“Sólo se muere cuando se olvida. Y yo nunca te olvido”, así dice una de las frases célebres de la película de COCO, pero ¿qué tan cierto es esto?, ¿cuándo alguien nos olvida desaparecemos totalmente?
Muy a propósito de esta próxima conmemoración del “Día de los fieles difuntos”, recordemos algunas enseñanzas respecto de la muerte, en el entendido de que lo que sabemos nos ha sido dado por la Escritura y Cristo.
Seguramente la experiencia de la vida eterna será muchísimo superior a cualquier descripción que hagamos, como nos lo recuerda san Pablo: “Ni ojo vio, ni oído oyó, ni por mente humana han pasado las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman” (I Cor 2, 9), pero lo poco que sabemos es un regalo para enfrentarnos a esta realidad oscura de la muerte e iluminarla a la luz de Cristo.
@desdelafe Recordar a nuestros difuntos y rezar por ellos es un acto de amor que siempre podemos hacer. 🙏🏻 #desdelafe #recuerdame #coco #fe #diademuertos #rezar #ofrendasdeldiademuertos #parati ♬ Recuérdame (Reencuentro) – Luis Ángel Gómez Jaramillo & Rocío Garcel
Como lo plantea esta película uno deja de existir cuando somos olvidados, pero en realidad la enseñanza cristiana nos recuerda que el ser, del que nos ha hecho participe el Señor, no se destruye, sino que se transforma en una realidad nueva.
De tal forma que la muerte, para el creyente, es el fin del paso por la tierra sin volver después a otras vidas posibles (reencarnación), pero se abre a la trascendencia como ha sucedido con Cristo en su resurrección.
No sólo será la inmortalidad del alma, sino como parte de la revelación cristiana vendrá la resurrección de los muertos, la glorificación del cuerpo como lo expresamos en el Credo al afirmar: “creo en la resurrección de la carne”.
Seguramente, al ser hombres y mujeres que viven en el tiempo, el olvido se manifestará como parte de nuestra temporalidad. Alguna generación borrará nuestra memoria como se esfuma el polvo de la tierra, pero eso no significará jamás ser borrados del inmenso amor de Dios para quien todos estamos vivos.
Y como dice el profeta Isaías: “¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré”. (Is 49,15).
Así que no hay que angustiarse si no pudiste poner tu ofrenda del altar de muertos; tus difuntos no serán aniquilados o se esfumarán para siempre, porque para el Creador siempre existirán.
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