En los Estados Unidos se han procesado y condenado a prisión a muchos criminales mexicanos que se dedican al tráfico de drogas ya que afectan directamente a la población norteamericana en general y a los jóvenes en particular. En los últimos años están siendo inundados por una sustancia letal conocida como fentanilo que, combinada con otras drogas, resulta altamente adictiva y letal, causando miles de muertes al año, sin que se pueda controlar su producción en México y el tráfico a los Estados Unidos, debido a la enorme red de los narcotraficantes y a la indudable complicidad de muchas autoridades que se corrompen ante el poderío económico o se doblegan ante las amenazas de los mismos criminales.
Entre los meses de enero y febrero de este año 2023 fue juzgado por la Justicia de los Estados Unidos y declarado culpable por proteger al cártel de Sinaloa, uno de los más altos funcionarios mexicanos dedicados al combate de los narcotraficantes, nada menos que el Secretario de Seguridad Pública del presidente Calderón, quien utilizó toda la fuerza del Estado para controlarlos, empleando al Ejército y la Marina de México con tal motivo.
Si reconocemos como algo plenamente comprobado por la justicia norteamericana tales delitos del responsable de la seguridad mexicana, no podemos sino expresar nuestra indignación ante este hecho y nuestra vergüenza ante el mundo por el alto grado de corrupción entre nuestras autoridades. Queda la pregunta obligada sobre el grado de conocimiento y el grado de implicación del entonces presidente y de las Fuerzas Armadas.
Sin embargo, la pregunta no sólo debe expresarse hacia el pasado, sino especialmente debe preocuparnos lo que está sucediendo en el presente: la estrategia de Seguridad del actual gobierno, que implica no combatir de manera frontal al narcotráfico y al crimen organizado, ha causado el periodo más sangriento de nuestra historia reciente, con una ola de asesinatos, masacres, dominio de territorios enteros por parte de los delincuentes, extorsiones, robo de combustible, robo en carreteras, inseguridad por todas partes, ante la indolencia de las autoridades y la impunidad para los delincuentes, y fortaleciendo su negocio de muerte en los Estados Unidos sin mayores obstáculos.
Ante esto, debemos preguntarnos quiénes, desde las más altas autoridades políticas y militares, están implicadas para que en nuestros días todo esto suceda con absoluta normalidad.
*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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