Armando, un joven de la colonia Guerrero, de la Alcaldía Cuauhtémoc, tomó el micrófono y se dirigió a Monseñor Héctor Mario Pérez Villarreal y le preguntó “¿Cómo encuentro a Dios cuando me siento solo y triste?”.
La pregunta de Armando puede ser la misma que se hacen y se han hecho muchas veces nuestros jóvenes cuando se sienten solos, tristes y confundidos por diversas razones, y que por más que buscan sienten que no encuentran a Dios esos momentos de agobio.
Rodeado de poco más de una veintena de jóvenes de la rectoría de la Parroquia del Inmaculado Corazón de María, el Obispo Auxiliar analizó el cuestionamiento y señaló que en nuestro camino cada uno de nosotros tenemos experiencias positivas en las que sentimos mucho júbilo, gozo y alegría.
Pero también, añadió ante la atención mostrada por los integrantes de la Pastoral Juvenil, enfrentamos experiencias negativas en las que consideramos que no pasa nada en la vida y todo se vuelve muy ordinario, muy gris. Ambos sentimientos son muy normales.
Monseñor Pérez Villarreal aseguró que la experiencia a la que todos estamos llamados a vivir es la experiencia del amor, por lo que a veces encontramos fácilmente a quién amar y a veces no encontramos a quien amar.
O en ocasiones, añadió, quisiéramos que alguien nos amara y no nos ama, y eso es lo que nos lleva a esta experiencia de soledad, de no encontrar con quien vivir, para quien vivir, a quien amar o quien nos ame.
“Y entonces ahí, precisamente, es donde la fe nos dice que siempre tendremos a alguien que nos ame y siempre tendremos a alguien a quien amar, y ese es Dios”, indicó en el marco de la Visita Pastoral que realizó en la zona.
Entonces, ¿cómo fortalecer la fe en esos momentos?, reflexionó Monseñor Pérez Villarreal.
“Para mí la mejor manera, cuando siento que no tengo palabras para expresar lo que estoy viviendo, es agarrarme de un rosario, decirle a la Virgen ‘por favor guíame, ayúdame’, y empezar a rezar”.
“Rezar, rezar y rezar hasta que poco a poco me voy tranquilizando y voy otra vez encontrando paz en mi corazón y voy encontrando tranquilidad para poder descansar o vivir”, recomendó el Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México.
Es importante, puntualizó Pérez Villarreal, darnos cuenta que esas crisis vienen por el amor, porque nosotros no nacimos para reproducirnos o para tener siempre placer.
“No, nacimos para amar, ese es el sentido de nuestra vida. Cuando batallamos para eso, decimos: ‘Estoy batallando en este camino. El mejor maestro es Jesús. La mejor compañera es María’”, concluyó.
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