Obispo Auxiliar. Foto: Miguel Ávila
Este 3 de octubre se llevó a cabo una marcha en varias ciudades de nuestro país, la cual quiere ser una manifestación de la importancia que se da a la dignidad de la mujer y el respeto por la vida de los niños y las niñas en gestación, el primer y gran valor de la vida humana que se da en el espacio acogedor y seguro del seno materno.
La intención de esta marcha no es tratar de imponer una forma de pensar o convencer a los que piensan diferente, sino poder externar que muchos mexicanos compartimos esta manera de ver la vida del ser humano; esta antropología se ha descubierto, en nuestro caso, de un contacto con la fe cristiana, en la que tenemos la certeza de que la plenitud a la que el hombre está llamado la encontramos en un hombre perfecto: Jesucristo.
Ahora bien, a esta convicción sólo podemos llegar a partir de un conocimiento y relación con este hombre, de la familiaridad, amistad y amor a Él. De tal manera que es fundamental que las personas tengan la oportunidad de entrar en contacto con Él; por eso, la Iglesia vive en medio de las plazas y calles, para conformar una familia en la que el centro sea Jesucristo, en donde todos los hermanos vivan como Él, se hagan sus discípulos y experimenten el deseo de compartir a otros lo bueno que ha sido Dios con cada uno, e invitando a más personas para hacer esta experiencia de encuentro.
Nuestras parroquias en la Arquidiócesis de México tienen esta misión, y el Obispo, con la intención de animar, reconocer, impulsar y orientar, visita a las comunidades parroquiales. La presencia del pastor es un momento importante para los sacerdotes y las parroquias, pues se reaviva su conciencia de la presencia de Dios por su Hijo Jesucristo, bajo la acción del Espíritu Santo. Sin lugar a dudas, se trata de un acontecimiento de gracia para la Iglesia arquidiocesana.
Vale la pena destacar que las comunidades se están preparando para esta visita, con encuentros y asambleas, de tal manera que lo que se dará a conocer es real y son las inquietudes de quienes son parte de la vida en las comunidades, sea que participen o no de la vida litúrgica de la Iglesia.
El esquema a seguir en cada visita es muy sencillo pero muy rico; en primer lugar, se visitará alguno de los ambientes que están presentes en el territorio parroquial y que el sacerdote atiende o trabaja pastoralmente; después vendrá un encuentro fraterno y cotidiano al compartir los alimentos con el o los sacerdotes de la parroquia. Por la tarde vendrá un dialogo con el Consejo de Pastoral Parroquial y los grupos parroquiales; posteriormente la Celebración de la Eucaristía; y finalmente un encuentro con los jóvenes de la parroquia.
Cuántas necesidades tiene nuestra ciudad, cuántos problemas, cuántos conflictos. Ante ello, los discípulos de Jesús estamos invitados a descubrir posibilidades que sacien las necesidades, soluciones que resuelvan los problemas, ser protagonistas y artesanos de paz; es por eso que necesitamos una Visita Pastoral, para ofrecer lo que tenemos, como lo externaban los apóstoles Pedro y Juan al hombre paralítico junto a la puerta del templo: “Yo no poseo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: ¡en nombre de Jesucristo, el Nazareno, levántate y camina! (Hch 3,6).
El Señor nos conceda, con la fuerza de su Palabra, ver a los miembros de nuestra Iglesia particular experimentar este milagro de levantarse de sus postraciones para seguir caminando como mensajeros de la Buena Noticia.
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Este texto pertenece a nuestra sección La Voz del Obispo y se complementa con la transmisión en vivo que realizará su autor este lunes 4 de octubre a través de Facebook Live a las 9 PM. ¡Participa!
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