Con tres preguntas iniciamos la etapa de escucha de nuestra Asamblea Arquidiocesana, desde las Asambleas Parroquiales: ¿Cómo es tu relación con la Iglesia?, ¿Cómo percibes la actitud de la comunidad parroquial hacia ti?, ¿Qué te gustaría que la Iglesia haga por ti?
Las respuestas que -jóvenes, matrimonios, alejados y personas en situaciones vulnerables- nos ofrecieron, fueron el material de trabajo para las Asambleas Parroquiales y los Foros Arquidiocesanos. A estas respuestas les llamamos: “Las voces de los destinatarios”.
Posteriormente, nos reunimos durante cuatro fines de semana para preguntarnos: ¿Por qué los jóvenes no se sienten acogidos? ¿Por qué las familias se sienten incómodas y juzgadas? ¿Por qué los alejados se sienten despreciados? y ¿Por qué las personas en situación vulnerable no ven a las parroquias como un espacio de esperanza y caridad? Fueron cuatro fines de semana de un sincero examen de conciencia eclesial en el que participaron más de 2,500 personas, entre laicos, sacerdotes, vida consagrada y obispos.
El resultado de este ejercicio fue sorprendente: reconocimos que actuamos como una Iglesia “autosuficiente”, con cierta “soberbia”, rápida para juzgar y pobre para acoger con misericordia. Una Iglesia autorreferencial, muy segura de sus estructuras y poco inclinada a salir de sí misma. A este ejercicio le llamamos: “Las voces de los agentes de pastoral”.
Finalmente, nos reunimos en la XXIII Asamblea Arquidiocesana. Fueron cinco días intensos de escucha, oración y discernimiento. Participaron 2 mil personas, y se analizaron 15 preguntas que buscaban dar respuesta al examen de conciencia realizado en los foros y a las luces del Magisterio del Papa.
Fue impresionante ver cómo se fueron alineando las respuestas, reflejando con claridad las voces que el Espíritu Santo quería resaltar. Fruto de las respuestas a esas 15 preguntas, pudimos destacar cinco pautas que claramente sobresalen al resto de las ideas. Estas fueron lo que llamamos “La voz del Espíritu”.
La Iglesia de la Arquidiócesis de México quiere impulsar una renovación de sus estructuras pastorales: parroquias, decanatos, movimientos y esfuerzos realizados por la vida consagrada, a partir de estas cinco pautas fundamentales:
1. Escuchar con compromiso. 2. Acoger con empatía. 3. Salir a compartir la alegría del Evangelio. 4. Renovar nuestro testimonio. 5. Formar mejor a nuestros agentes.
¿Se imaginan todas las parroquias asumiendo estos cinco compromisos? ¿Cómo sería un decanato en el que todas las parroquias se apoyaran entre sí para hacer vida estas cinco pautas? ¿Cuántos proyectos creativos y renovadores pudieran surgir si atendemos estas intuiciones del Espíritu Santo?
No han sido pocos los que, a partir de la oración, han ofrecido estas conclusiones. Más de 5 mil personas participaron en todo el proceso para escuchar lo que el Espíritu Santo nos propone como caminos de renovación y de esperanza.
Ahora falta la última parte: el compromiso. ¿Quién se atreverá a comprometerse con estas conclusiones para hacerlas vida? Por eso, aunque la pregunta inicial en las encuestas fue: ¿Qué te gustaría que la Iglesia haga por ti? Ahora la pregunta más importante es: ¿Qué estás dispuesto a hacer por tu Iglesia? ¿Encontrará Dios los corazones dispuestos para continuar su misión? ¡Yo estoy seguro que sí!
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