Participa cada lunes a las 21:00 horas (tiempo del centro de México) en La Voz del Obispo en Facebook Live. Este lunes 15 de marzo podrás conversar con el autor de este texto sobre la Cuaresma, el Obispo Auxiliar, Mons. Carlos Samaniego.
Quisiera que aprovecháramos la riqueza que la Palabra de Dios nos ofrece para la vivencia de la Cuaresma como preparación a la máxima fiesta del Cristianismo: la Pascua, con razón nos dice el Salmo 118 “Lámpara es tu palabra Señor para mis pasos, luz en mi sendero”. El numero 40 en la Sagrada Escritura significa un tiempo de preparación para la acción de Dios en su Pueblo. “En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas. En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo…” (Heb 1,1-2).
Dios ha preparado en distintas ocasiones el corazón del hombre para hablarle. Veamos cómo nos puede ayudar la experiencia del Pueblo de Dios que se ha dispuesto a escuchar la voz del Señor a través de momentos presentes en la Sagrada Escritura. “Ojala escuchéis hoy la voz del Señor, no endurezcáis el corazón” (Sal 94).
La Cuaresma de Adán nos deja ver como el género humano se había corrompido y para purificarlo Dios mandó el diluvio preservando en el Arca de Noé solamente una pareja por cada especie de animales, también el ser humano fue purificado teniendo así un reinicio. De igual forma, nosotros requerimos de purificación de mente y alma, requerimos una especie de purga espiritual, una desintoxicación de tanta violencia, porque sólo los limpios de corazón verán a Dios y las cosas de Dios (Cf. Mt 5,8). Cuaresma es tiempo de purificar toda relación consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con Dios, de toda mancha que pueda desviar el proyecto de Dios.
La Cuaresma de Moisés nos recuerda que él vivió 120 años, 40 colaborando con la corte egipcia que oprimía al Pueblo hebreo y los siguientes 40 tuvo un encuentro con Dios en el Sinaí a través de la zarza ardiente y los últimos 40 colaborando con Dios que liberaba a su Pueblo Israel Aquí nos referimos a los 40 años en el Sinaí, fueron años para escuchar la voz de Dios. Se trata de que también nosotros abramos los oídos a la voluntad de Dios, que esta Cuaresma tengamos un diálogo más sincero, abierto de amistad con Dios, que aprendamos a dedicar espacios a la escucha de Su voluntad a través de tener un espacio en nuestro horario dedicado exclusivamente a hablar con Dios.
La Cuaresma de Israel nos deja ver los 40 años en que el Pueblo de Dios caminó en el desierto pasando de la esclavitud a la liberación. Es necesario que también nosotros veamos dónde están nuestras ataduras, dónde está aquello que nos esclaviza y no nos deja ser libres para Dios y para los demás. Puede ser que estemos encadenados a cosas materiales, recuerdos, personas, complejos, vicios o pecados. Dios nos ama y nos quiere libres, dejemos que Él nos libere de nuestras esclavitudes.
La Cuaresma de Elías nos deja ver como el profeta huye hacia el desierto porque la reina Jezabel quería matarlo. Elías cae cansado y es ahí cuando el ángel del Señor lo despertó y le dijo: “Levántate y come”. Es así como Elías recuperó las fuerzas para continuar. Cuaresma es tiempo para recuperar fuerzas, para aprender a descansar en el Señor Jesús que nos dice “vengan a mí los que están cansados y agobiados que yo les daré descanso” (Mt 11,28). Cuaresma es tiempo para decirle a nuestra alma “Descansa alma mía que el Señor fue bueno contigo, descansa alma mía que el Señor escucha tu voz” (Sal 116,7). Y habiendo recuperado las fuerzas continuar en los senderos del Señor.
La Cuaresma de Nínive se da porque Dios veía que Nínive se estaba autodestruyendo con su manera depravada de vivir, es por ello que envía a su Profeta Jonás a anunciar la destrucción. Pero, Nínive se arrepintió, desde el Rey hasta el último de sus habitantes. El mensaje de conversión ha de sugerir a nuestra sociedad un cambio de dirección, una nueva manera de vivir, un borrón y cuenta nueva para edificar una nueva sociedad, de lo contrario, si seguimos viviendo en la violencia, en la injusticia, en la corrupción y en todo tipo de pecado nos podemos estar encaminando a la autodestrucción.
La Cuaresma de Jesús es aquella en la que el Espíritu lo llevó al desierto donde se encontró con el diablo quien le puso unas tentaciones para apartarlo del proyecto de Dios. El Señor Jesús nos invita con su testimonio a luchar con seriedad para vencer las tentaciones. Nos conviene una actitud más vigilante para no perder la gracia del Señor, un espíritu de oración más solido y una entrega más generosa a nuestros deberes de estado para evitar caer en la tentación. Enfaticemos la parte del Padre nuestro donde Jesús nos enseñó a decir al Padre “no nos dejes caer en la tentación”.
La Cuaresma de los Discípulos son aquellos cuarenta días en que vivieron con Jesús Resucitado. Esta es nuestra Cuaresma, se trata de vivir estos días en la presencia del Señor que está vivo y nos deja ver que va con nosotros incluso en la oscuridad del sufrimiento.
La Cuaresma de nosotros, Cuaresma interminable desde la aparición del Covid-19. No es una Cuaresma litúrgica, es una Cuaresma existencial, no está marcada por el calendario litúrgico sino por una realidad inesperada, por un diminuto agente patógeno que todo lo destruye y que nos ha sumido en el confinamiento y en un periodo largo para meditar y reflexionar sobre el sentido de nuestra vida. Hagamos no sólo un análisis de nuestra vida en esta Cuaresma existencial, sino más bien una lectura religiosa que nos oriente a buscar no sólo la salud física sino la salvación y la vida eterna.
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