La Visita Pastoral, ¿qué dice la ley eclesiástica de ella?

Participa cada lunes a las 21:00 horas (tiempo del centro de México) en La Voz del Obispo en Facebook Live.  Este lunes 13 de junio podrás conversar con el autor de este texto sobre la Visita Pastoral, Mons. Andrés Luis García Jasso, Obispo Auxiliar.

Desde el mes de octubre de 2021, la Arquidiócesis de México ha estado viviendo la Visita Pastoral, con la que el Obispo, en nuestro caso, el Cardenal y los Obispos Auxiliares, hacen acto de presencia en todas las parroquias de la Arquidiócesis, con el fin de mantener el contacto personal con el clero y con los otros miembros del Pueblo de Dios.

Algunas parroquias ya han vivido esta experiencia, teniendo la oportunidad de convivir con su Obispo, caminar por las calles de su parroquia, presentar los trabajos que como comunidad están desarrollando, y al mismo tiempo presentando los retos y proyectos que tienen pendientes.

En cambio, otras comunidades siguen esperando la fecha asignada para sus zonas pastorales, por lo que, mientras llega el encuentro anunciado, han podido seguir la visita a través de las redes sociales, mediante fotos y videos, disfrutando de los momentos que los obispos han vivido en las visitas, y por qué no, quizá imaginando cómo será cuando toque la visita a su parroquia.

Ahora bien, antes de seguir con el tema, sería oportuno mencionar el origen y el fundamento canónico de la Visita Pastoral, por lo que citaremos la ley eclesiástica:

«El Obispo tiene la obligación de visitar la diócesis cada año total o parcialmente, de modo que al menos cada cinco años visite la diócesis entera, personalmente o, si se encuentra legítimamente impedido, por medio del Obispo coadjutor, o del auxiliar, o del Vicario general o episcopal, o de otro presbítero» (c. 396 §1 del CIC).

El Código de Derecho Canónico fue publicado en 1983, sin embargo, la riqueza de la Visita Pastoral está presente desde el tiempo de los apóstoles. El ministerio episcopal se distinguía por su condición itinerante, los Apóstoles visitaban las comunidades cristianas, e iban dejando sucesores al frente de ellas, para que estos apacentaran el rebaño, lo instruyeran y lo protegieran. Los Obispos visitaban sus comunidades conscientes de que por su medio hacían presente a Cristo buen Pastor.

Sin embargo, y sin quitar importancia a la fuerza de lo ordenado por la Ley, considero que, lo más importante sería reflexionar sobre el objetivo y los fines de la misma, ya que no se trata solo de cumplir con una obligación canónica sino de un momento de encuentro. San Juan Pablo II en el Nº 46 de la Exhortación Apostólica Pastor Gregis del 26 de octubre de 2003 dice al respecto:

«Es un auténtico tiempo de gracia y momento especial, más aún, único, para el encuentro y diálogo del Obispo entre los fieles… Es el momento en que el Obispo ejerce más cerca de su pueblo el ministerio de la palabra, la santificación y la guía pastoral, en contacto directo con las angustias y preocupaciones, las alegrías y las expectativas de la gente, con la posibilidad de exhortar a todos a la esperanza.»

Por tanto, la Visita Pastoral es una oportunidad para reanimar las energías de los agentes evangelizadores, felicitarlos, animarlos y consolarlos; también para evaluar la eficiencia de nuestras estructuras y los instrumentos utilizados al servicio pastoral. Es una oportunidad para identificar las circunstancias y dificultades del trabajo evangelizador y determinar asertivamente las prioridades de trabajo. Vivamos con alegría esta gracia, y la gracia es para todos, es decir, para los fieles por estar cerca de su pastor, pero también para el Obispo, al estar cerca de su pueblo.

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