La compleja red de desafíos a nivel social, político, económico y cultural que impactan en nuestra vida nacional en diversos ámbitos y niveles, ha de ser afrontada por todos los cristianos con la luz y la fuerza del evangelio, pero sin duda los fieles laicos tienen un papel protagónico e insustituible en la transformación social de nuestra Patria. Para asumir adecuadamente su papel profético y transformador de las realidades temporales, requieren estar inspirados y guiados por una robusta vida espiritual, por una espiritualidad laical que aquí trataremos de describir de forma sintética y sencilla.

Hay algunos documentos del Magisterio que son referentes esenciales para comprender la identidad, vocación y misión de los fieles laicos en la Iglesia. Entre estos documentos destacan el capítulo IV de la constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium (del Concilio Vaticano II), el decreto Apostolicam Actuositatem (sobre el apostolado de los laicos) también del Vaticano II y la exhortación apostólica post-sinodal Christifidelis laici de san Juan Pablo II (30-XII-1988).

  1. ¿Qué es la espiritualidad o vida espiritual?

La espiritualidad cristiana es la acogida, asimilación y respuesta consciente y libre del hombre a la gracia bautismal en la vocación particular recibida de Dios en la Iglesia y para la edificación de la Iglesia. Esta acogida de la gracia se traduce y concreta en convicciones de la inteligencia, decisiones de la voluntad y actitudes del corazón que plasman la vida y son perfeccionadas y elevadas por la gracia, convirtiéndose en un modo de ser y en un estilo de vivir.

  1. neas esenciales de la espiritualidad laical

El número cuatro del decreto Apostolicam actuositatem del Concilio Vaticano II (sobre el apostolado de los laicos) anota las “líneas fuerza” de la espiritualidad laical:

  1. La vocación bautismal es el principio y fundamento de la espiritualidad laical.
  2. La espiritualidad laical ha de integrar y armonizar dos dimensiones fundamentales: la vertical (la consagración bautismal del fiel y, por lo tanto, su unión trascendente con Dios en Cristo por medio del Espíritu Santo) y la horizontal (el compromiso en el mundo y con las realidades temporales desde la propia responsabilidad social, familiar, profesional, etc.).
  3. La espiritualidad laical es, en sustancia, una para todos los laicos: santificarse en medio del mundo y santificar el mundo.
  4. La situación de matrimonio y familia, de soltería o de viudez, de salud o enfermedad, la actividad profesional y social dan a la vida espiritual concreta de cada fiel laico una tesitura o matiz especí
  5. El llamado propio y específico de los laicos es a vivir la unión con Cristo en medio del mundo, es decir, en medio de los compromisos ordinarios, santificándose y santificando, siendo fermento del reino en las realidades terrenas, “desde dentro”.
  6. Los fieles laicos están llamados a vivir las virtudes teologales en medio del mundo.
  7. Los laicos tienen la misión no sólo de evangelizar su ambiente particular e impregnarlo del espíritu cristiano, sino de “perfeccionar” ese ambiente llegando incluso a las estructuras sociales, pues “su ser-en-el mundo y su obrar-en-el mundo caracterizan, en último análisis, la personalidad y el tipo de presencia eclesial que los laicos están llamados a vivir”.
  8. Todos los aspectos de la vida laical deben estar impregnados del Espíritu de Dios y motivados interiormente por el evangelio, a fin de hacer de su vida entera una ofrenda espiritual al Señ No debería haber disociaciones entre vida espiritual y “vida ordinaria”.
  9. Los laicos están llamados a buscar y hallar a Dios en todas las cosas dilatando la mirada de fe para descubrir la voluntad del Señor en los múltiples acontecimientos que tejen la vida familiar, social, política, económica.
  10. Los laicos han de esmerarse en el cultivo de las “virtudes sociales” a fin de que su testimonio del evangelio sea creíbl
  11. Los fieles laicos están invitados por Dios a vivir un profetismo decidido y claro en medio del mundo.
  12. Los fieles laicos han de tener a la Santísima Virgen María como modelo de espiritualidad, pues Ella llevó a cabo su misión en el mundo y en la historia de la salvación desde su condición específicamente laical.

Más artículos del autor: Razones de nuestra alegría en la Navidad

 

 

Mons. Luis Manuel Pérez Raygoza

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