Inicio esta reflexión haciendo alusión al estado laico de nuestro país como lo marca el artículo cuarenta y recordando las palabras del Papa Francisco a un semanario belga sobre la laicidad: «Una cosa es laicidad y otra cosa es laicismo, que cierra las puertas a la trascendencia: a la doble trascendencia, tanto la trascendencia hacia los demás como, sobre todo, la trascendencia hacia Dios. Por ese motivo, una cultura o un sistema político que no respete la apertura a la trascendencia de la persona, poda, corta a la persona humana. O sea, no respeta a la persona humana. Quienes provocan tensiones religiosas por puro afán de ganancia política hacen un flaco servicio al país, lo mismo que hacen un flaco servicio a la religión quienes la deforman e instrumentalizan para promover el fundamentalismo. No se puede hacer la guerra en nombre de Dios o en nombre de una postura religiosa. En ninguna religión. Y, por lo tanto, el terrorismo, la guerra, no están relacionados con la religión. Se usan deformaciones religiosas para justificarla. Todas la religiones tienen grupos fundamentalistas. Todas. Nosotros también. Y desde ahí, destruyen desde su fundamentalismo. Pero esos son los grupos fundamentalistas que tenemos todas las religiones. Siempre hay un grupito».
Una de las muestras de madurez por parte de los católicos es la de ser puentes en este tiempo de cambio época en donde el laicismo se quiere hacer presente de muchas maneras. Durante este tiempo electoral en México han estado taladrando nuestros ánimos para optar por una candidata y candidato a la Presidencia de Gobierno por medio de las encuestas, las entrevistas, los tiempos de radio y televisión.
El papel de la Iglesia católica desde el inicio de esta campaña electoral ha sido el promover la participación ciudadana “Vayamos a votar por un México unido y en paz” era el lema que invitaba a los católicos a ejercer el derecho al voto como ciudadanos. La Conferencia Episcopal después de las elecciones ha hecho un llamado al pueblo de Dios para que se respeten los resultados, se ha felicitado a la Dra. Claudia Sheiubum y también a todos los ciudadanos ya que fue una jornada marcada por la paz, recordando que, desde octubre de 2023, al menos 4 mujeres y 26 hombres que aspiraban a una candidatura, participaron en un contienda interna por una candidatura o eran candidatos a un puesto de elección popular fueron asesinados.
La Iglesia católica mexicana mantiene un diálogo constructivo con todos los actores políticos que han gobernado este país en estos casi veinticinco años del nuevo siglo. El llamado a la participación ha sido exitoso aunque faltaron papeletas para votar en los consulados mexicanos y en muchas casillas especiales dirigidas a los ciudadanos que no se encontraban en su domicilio.
Desde las diferentes diócesis del país hemos acompañado al pueblo de Dios en momentos destacados de la vida democrática participando en jornadas de oración por la paz, la reconciliación y la unidad de todos los mexicanos. Y sobre todo en la elaboración del Diálogo Nacional por la Paz que se originó en las pequeñas comunidades parroquiales, en las colonias de los diferentes estados y municipios del país. Todas las candidaturas a la Presidencia de México, a las gobernaturas y 641 candidaturas a las presidencias municipales, junto a otras a puestos de elección popular, firmaron un compromiso histórico, que hoy el nuevo gobierno elegido por la mayoría del pueblo mexicano tiene que empezar a cumplir.
A partir del uno de octubre una mujer ocupa el máximo cargo de la República. Este hecho cambiará también el pensamiento cultural de muchas generaciones que se les hacía difícil pensar que hoy una mujer sirva desde la Sede presidencial.
Claudia Sheinbaum en una entrevista al New York Times declaró que nunca perteneció a la comunidad judía y sus padres la educaron alejada de su herencia religiosa. El padre de Claudia Sheinbaum, Carlos Sheinbaum Yoselevitz, empresario e ingeniero químico, era hijo de judíos asquenazí que huyeron de Lituania a principios del siglo XX. Su madre, Annie Pardo Cemo, bióloga y profesora emérita en la Universidad Nacional Autónoma de México, es hija de judíos sefardíes que salieron de Bulgaria antes del Holocausto.
La virtual Presidenta electa de México ha mantenido un diálogo discreto y sereno con la Arquidiócesis Primada de México mientras era Jefa de Gobierno en la Ciudad de México, facilitando la ayuda en la rehabilitación de espacios religiosos históricos en el primer cuadro de la ciudad, y también manejando la difícil situación del día de la Virgen de Guadalupe en tiempos de pandemia. Los equipos de diálogo tanto de Sheinbaum como de la Arquidiócesis han facilitado un trabajo entre el Gobierno de la Ciudad y esta Iglesia particular, que deben continuar ahora desde otros niveles superiores, dando prioridad entre otros asuntos a los compromisos por la paz.
Nos hubiera gustado que participase en algún conversatorio por la paz para que desde la realidad fuese testigo de la elaboración de estos compromisos que firmó delante de los muchos asistentes y medios de comunicación que nos encontramos el día 11 de marzo. Ahora recordamos sus palabras: “sigamos el diálogo”, y nuestra Iglesia católica sigue abierta al diálogo. La invitación al diálogo y a seguir trabajando por el bien común, desde la amistad social recuperando la amabilidad en el Congreso y en el Senado, pensando en los que menos tienen, creando una cultura del encuentro que nos haga reconstruir el tejido social.
La próxima Presidencia de México se enfrenta a graves problemas: la narcoviolencia, la migración, la falta de agua, la escucha a las madres buscadoras, entre otros. En la Ciudad de México se necesita mayor diálogo entre la dimensión de movilidad humana y el gobierno de la ciudad para dar soluciones a corto y mediano plazo a los migrantes y refugiados que llegan a la capital del país.
Desde el primer día después de la elección, nuestra Conferencia Episcopal ha hecho una invitación para que el nuevo equipo de la Dra. Claudia Sheinbaum gobierne para todos los mexicanos mirando el bien común, el diálogo, los consensos con las distintas formas de pensar.
Nuestra defensa para mantener los diferentes organismos autónomos se hace siempre para fortalecer la democracia, custodiar el estado de Derecho, sumar estrategias para que cese la violencia contando con las comunidades católicas para iniciar un período de reconciliación social en todo el país y evitando toda polarización ideológica que solo nos divide y nos separa.
En este momento conviene recordar lo que decía el papa Francisco en Fratelli Tutti (n. 55): “Invito a la esperanza, que «nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor. […] La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna». Caminemos en esperanza.
El nuevo equipo de gobierno cuenta con nuestras comunidades para que sean espacios de diálogo respetuoso, de discernimiento comunitario y de compromiso con el bien común, siempre guiados por los valores del Evangelio, que quieren la amistad social, el diálogo, y los consensos en un tiempo de reconciliación para recuperar la paz.
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