La voz del Obispo

1ra. Jornada Mundial de los Niños y las Niñas

«Yo hago nuevas todas las cosas» (Ap 21,5); son las palabras que dan título a la primera jornada mundial de los niños y las niñas, la cual se está llevando acabo en estos días en la Santa Sede con el Santo Padre Francisco.

En su mensaje a los niños para esta Primer Jornada, el Papa expresa que previo al evento ha querido dirigirse a los niños y niñas para recordarles como son “valiosos a los ojos de Dios” (Is 43,4), y la muestra de ello es que Jesucristo Nuestro Señor, les ha acogido con cariño y les ha bendecido.

También el Papa dice a los niños que son importantes, pues son la manifestación que todos llevamos en el interior de un deseo de crecer y renovarnos; además de recordarnos que todos somos hijos y hermanos, y que nadie puede existir sin alguien que lo traiga al mundo, ni crecer sin tener otras personas para amar y sentirse amado (Cf. Fratelli tutti 95).

Además, les asegura el Santo Padre que ellos son la alegría de sus padres y de sus familias, por ello mismo de la humanidad y de la Iglesia. Y aquí un tema que Francisco quiere subrayar, les dice a los niños ustedes son eslabones de una larga cadena de personas que se vienen desde el pasado y se proyectan hacia el futuro, queriéndoles trasmitir que son parte de la gran familia humana, de la cual hoy son como herederos de grandes regalos, por eso el consejo del Papa:

1) «Escuchen siempre con atención los relatos de los mayores: de sus mamás y de sus papás, de sus abuelos y de sus bisabuelos».

2) No nos olvidemos de los niños que sufren, tenemos que escucharlos.

Y entonces vuelve el Su Santidad sobre el tema central, para llevar adelante nuestro deseo de renovación necesitamos de Jesús, «Él nos infunde mucho valor, porque está siempre a nuestro lado, su Espíritu nos precede y nos acompaña en los caminos del mundo».

De esta manera los niños en el mensaje escuchan esta gran certeza: «Con Jesús podemos soñar una humanidad nueva y comprometernos por una sociedad más fraterna y atenta a nuestra casa común, comenzando por las cosas sencillas, como saludar a los demás, pedir permiso, pedir disculpas, decir gracias. El mundo se transforma, ante todo, por medio de las cosas pequeñas, sin avergonzarse de dar sólo pasos pequeños. Es más, nuestra pequeñez nos recuerda que somos frágiles y que necesitamos los unos de los otros, como miembros de un único cuerpo (cf. Rm 12,5; 1 Co 12,26)».

Y dando un paso adelante el Papa Francisco dice a los niños y niñas que no es posible ser felices en solitario, que los demás son importantes para esa felicidad, y les hace un recuento de los momentos que comparten con sus amigos en el colegio, en el oratorio, en el deporte, etc. Por eso al respecto de la amistad les dice: «La amistad es hermosísima y sólo crece así, compartiendo y perdonando, con paciencia, valentía, creatividad e imaginación, sin miedo y sin prejuicios».

Y como un buen Abuelo, Francisco les dice a los niños que quiere compartirles un secreto, que para ser realmente felices hace falta rezar mucho porque: «la oración nos conecta directamente con Dios, nos llena el corazón de luz y de calor y nos ayuda a hacer todo con confianza y serenidad». Al compartir su secreto les invitó a prepararse para la Jornada por medio de la oración del Padre Nuestro, además de regalarles una sencilla plegaria con la que concluye su mensaje y les pide que la recen en unión con la Virgen María y san José:

Ven, Espíritu Santo,
muéstranos tu belleza
que se refleja en los rostros
de las niñas y los niños de la tierra.
Ven, Jesús,
que haces nuevas todas las cosas,
que eres el camino que nos conduce al Padre,
ven y quédate con nosotros.
Amén.

De esta manera el mensaje para esta primer Jornada Mundial de los niños y niñas, nos deja ver el objetivo de dicho encuentro, ante todo, es el deseo del Papa por ayudar a que no se pierda la misión de transmitir el gran regalo de todo lo bueno que nuestros mayores tienen y que necesitan recibir las nuevas generaciones, de entre lo mejor el don de la fe, como no queriendo el Papa Francisco les hace una sencilla catequesis a los niños, y los anima para mirar con entusiasmo la posibilidad de que el mundo pueda ser mejor con la ayuda de Dios y el fortalecimiento de la fraternidad humana.

Mons. Salvador González

Es Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México.

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