HECHOS
Las más altas autoridades de nuestro país pregonan que se ha reducido la pobreza, sobre todo la extrema. Si esto es verdad, nos alegramos mucho y lo aplaudimos, y hay que seguir la misma ruta para avanzar. Sin embargo, todo depende de la metodología para medir la pobreza, porque si el gobierno se califica a sí mismo, pierde credibilidad. Hay que tomar en cuenta otros datos: Son inocultables los persistentes niveles de analfabetismo, insalubridad, desempleo, falta de oportunidades, lo cual genera migración incontenible, frustración social, riesgos de una mayor espiral de violencia. Son escandalosos los abismos entre los diferentes Méxicos, unos que disfrutan de todos los privilegios de un super primer
mundo, y otros que apenas sobreviven. Los campesinos e indígenas siguen mayoritariamente marginados, excluidos, explotados, como si fueran estorbos para el progreso, sobrantes, desechables. La creciente globalización los deja sin posibilidad de preservar sus culturas.
Se presume también que han bajado los niveles de delincuencia y los crímenes. Es cierto que se nota un cambio de estrategia, y ojalá se sigan buscando caminos para quitar a los grupos armados tanto poder que tienen, porque persisten asesinatos, feminicidios, asaltos, extorsiones, levantamientos, secuestros, desapariciones, exterminios, robos, pleitos, amenazas, enfrentamientos, inseguridad, invasiones, bloqueos, ansiedad. Algunas de nuestras comunidades se han vuelto campos de batalla entre cárteles de drogas o entre grupos armados (delincuencia organizada) independientes o extensiones de algún cártel.
Los narcotraficantes y grupos armados son dueños de plazas, de rutas y de regiones del país, e incluso de procesos electorales. Esto no lo dicen gobiernos extranjeros o enemigos del régimen, sino quienes convivimos con nuestro pueblo y tenemos otros datos.
Se proclama que el grupo en el poder está construyendo un nuevo humanismo; sin embargo, hay una crisis cultural que se manifiesta, entre otros hechos, en laicismo feroz, conciencias fragmentadas y desintegradas, deshumanización de los secuestradores y narcotraficantes, subjetivismo dominante, relativismo invasivo, distanciamiento entre razón y fe, desconfianza en las instituciones, educación sin valores morales trascendentes. Se justifica el aborto como un derecho, se califican como “matrimonio” las uniones entre personas del mismo sexo, se puede cambiar de género sin tener en cuenta el sexo, se
menosprecia la autoridad de los padres, se califican las costumbres de la familia y de los pueblos como cosas del pasado, el celular y las redes modifican criterios y actitudes, etc.
ILUMINACION
No faltará quien diga que, como Iglesia, no debemos meternos en estos asuntos. Pero compartir estos hechos no es política partidista. No somos enemigos sistemáticos de los gobiernos; sólo tratamos de ser fieles a Jesucristo, quien, “al ver a la multitud, se compadeció de ella, porque estaban cansados y abandonados, como ovejas sin pastor” (Mt 9,36). “No tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades” (Heb 4,15). “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es pastor ni dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo
las abandona y huye, y el lobo las arrebata y dispersa. Como es un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor: conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Y yo doy mi vida por las ovejas” (Jn 10,11-15).
El Papa Benedicto XVI nos dijo en su discurso inaugural en Aparecida: “La Iglesia, que participa de los gozos y esperanzas, de las penas y alegrías de sus hijos, quiere caminar a su lado en este período de tantos desafíos, para infundirles siempre esperanza y consuelo”.
Y el Papa Francisco: “La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen ‘olor a oveja’ y éstas escuchan su voz. La comunidad evangelizadora se dispone a ‘acompañar’. Acompaña a la humanidad en todos sus
procesos, por más duros y prolongados que sean” (EG 24).
ACCIONES
Congratulémonos con todas las obras buenas que hacen nuestros gobiernos en bien del pueblo, pero abramos bien los ojos y el corazón para percibir las deficiencias que persisten y nos duelen; hagamos lo que está de nuestra parte para remediarlas. No seamos sólo criticones.
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