El movimiento del orgullo LGBT inició en 1969 cuando el 28 de junio de ese año se realizó una redada policíaca en un bar gay de Greenwich Village en Nueva York, cuando estos lugares eran ilegales. Así junio se tomó como el mes en el que las minorías sexuales celebran su orgullo de ser lo que son. En este mes una gran cantidad de empresas y corporaciones, sobre todo norteamericanas, tienen una gran presión por parte de los medios de comunicación para que enarbolen la bandera del arco iris que representa al movimiento.

Las empresas y organizaciones no sólo están presionadas para tolerar la diversidad, sino para hacerla parte de la identidad de la compañía. Quienes se resistan a unirse a la causa, sufren el acoso de los medios corporativos, con la amenaza de ser desacreditados ante el público.

Los mismos gobiernos promocionan al movimiento LGBT. Bill Clinton declaró junio como el mes del orgullo gay lésbico. Obama le puso nombre: mes del orgullo LGBT. Hasta 1999 las empresas corporativas no enarbolaban la bandera arco iris, pero fue Obama quien empezó a presionar para que lo hicieran. Amor libre en cualquiera de sus formas era la idea inspiradora para que los negocios tomaran la causa.

Hace aproximadamente diez años que el movimiento LGBT dio un giro a sus metas. En sus primeras décadas, su propuesta era “vivan y déjenos vivir”. Se nos dejaba saber que las parejas del mismo sexo no le hacían daño a nadie, y cada quien podía vivir su vida privada como quisiera. Hoy el “mes del orgullo” no proclama únicamente la tolerancia. Hoy los niños son el blanco de su movimiento: van por la infancia. La ideología de género ha tomado las escuelas y desde la educación sexual escolar enrolan a las nuevas generaciones. El objetivo se ve claro: sexualizar a los niños y normalizar la pedofilia.

Durante las últimas semanas los cristianos en Estados Unidos han dado una lección ejemplar de defensa de sus valores. Las ventas de la cerveza Bud Light cayeron el 25,7% durante el mes de mayo. El desplome hizo que Bud Light dejara de ser la bebida alcohólica más vendida de Estados Unidos. Esa fue la consecuencia del boicot masivo que se detonó debido a la publicidad de la cerveza con un activista trans.

Apenas empezó el mes del orgullo la cadena de supermercados Target perdió 10 mil millones de dólares en valoración de mercado por sacar una línea de ropa con temática transgénero para niños y bebés recién nacidos, incluso una colección de trajes de baño adaptados para personas trans. El equipo Dodgers de Los Ángeles también fue blanco de un boicot por haber invitado y premiado, durante su “noche del orgullo”, a un grupo ultra pervertido de transexuales llamado “Hermanas de la indulgencia perpetua” que se destacan por hacer burlas y blasfemias a la fe católica. Los obispos de las diócesis más grandes de California y otras organizaciones fueron quienes llamaron al boicot.

Los cristianos y grupos conservadores están empezando a rebelarse. Lo que sucedió a los Dodgers, a Target y a Bud Light han sido fuertes señales que envía la mayor parte de la sociedad para exigir al arco iris y a las empresas que se abstengan de sexualizar a los niños. Con ellos no se metan. Es el mismo pueblo que manifiesta su hartazgo a la ideología de género y que defiende la naturaleza humana como Dios la creó.

¿Qué hacer como católicos? Resistir. Un amigo mío que pertenece a un corporativo en Estados Unidos me contaba que, en las oficinas, pidieron a todos los empleados que colocaran banderitas del arco iris en sus escritorios. La mayoría accedió por presión y por temor a perder el empleo. Pero mi amigo, respetuosamente, habló con su superior y le explicó su desacuerdo, diciéndole que así como es incorrecto pedir a todos los trabajadores que coloquen una Biblia o una cruz en su escritorio, así también es incorrecto pedir que todos tengan banderitas LGBT. 

Mi amigo no fue despedido de su trabajo sino que fue respetado por su jefe en su decisión de no tener su bandera. A muchos les propinó una buena lección de valentía y firmeza en sus convicciones. Si quienes no quieren apoyar la ideología de género vacilan y se acobardan, los católicos y cristianos seguirán perdiendo terreno en esta batalla cultural que, en el fondo, es una batalla espiritual.

A los católicos debe quedarnos claro que el odio a las personas no forma parte del seguimiento de Cristo. No odiamos a la comunidad LGBT, ni siquiera a quienes se burlan de nuestra fe o nos persiguen. No nos mofamos ni hacemos parodias como lo hacen las hermanas perpetuas de la indulgencia con nosotros. Pero también es cierto que tampoco podemos abrazar esa causa política ni hacerla nuestra, ni participar, por más que sacerdotes como James Martin digan que se puede apoyar. 

A los cristianos lo único que debe enorgullecernos es haber sido amados con el amor de Jesús, al que adoramos en su Sagrado Corazón. Vivamos junio con espíritu de humildad.

el Resucitado. Dios camina con su pueblo.

Más artículos del autor: Nadie arrebate a los niños

Padre Eduardo Hayen:Blog del Padre Hayen

El P. Eduardo Hayen, director del semanario Presencia de la diócesis mexicana de Ciudad Juárez

*Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

Pbro. Eduardo Hayen Cuarón

Ordenado sacerdote para la Diócesis de Ciudad Juárez, México, el 8 de diciembre de 2000, tiene una licenciatura en Ciencias de la Comunicación (ITESM 1986). Estudió teología en Roma en la Universidad Pontificia Regina Apostolorum y en el Instituto Juan Pablo II para Estudios del Matrimonio y la Familia. Actualmente es párroco de la Catedral de Ciudad Juárez, pertenece a los Caballeros de Colón y dirige el periódico www.presencia.digital

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