La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho:
1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea?
2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puertas de la catedral, y en vez de un bastón de mando se le hubiera entregado un báculo o un Crucifijo, las críticas habrían estallado. Pero con las religiones indígenas nadie se rasga las vestiduras.
3. No debe molestar a nadie que un mandatario, antes de iniciar su gobierno, acuda a pedir la bendición a los líderes espirituales de su religión. Es legítimo hacerlo como sucede en Estados Unidos y otros países. Pero lo curioso es que la nueva presidenta, que es de origen judío, no pertenece a ninguna etnia ni practica religiones ancestrales. Si ella permitió que la limpiaran de “malas vibras” es, más bien, por motivos ideológicos y populistas que religiosos. Sheinbaum sigue el mismo librito del indigenismo de su antecesor.
4. Para un católico estos rituales son inaceptables por las siguientes razones:
El culto a Satanás existe de dos maneras, una explícita y otra implícita. Explícitamente se le rinde adoración cuando se le invoca y se hace referencia directa a él en ceremonias satánicas. El culto implícito, en cambio, se realiza cuando se hace indirectamente a través de otras invocaciones o formas, como al nombrar deidades de religiones politeístas.
Claudia Sheinbaum no participó en un culto satánico explícito y directo. Sin embargo el culto a Satanás puede realizarse al creer, por ignorancia, que se le rinde culto a los ídolos, a las muerte o a fuerzas desconocidas. Hay grupos que se presentan como no satánicos porque no invocan directamente a demonios, sino que se presentan como grupos culturales. Pero en realidad son satánicos en sentido amplio porque practican ritos neopaganos como la adoración a la madre tierra, a la diosa madre, a la madre naturaleza o a la pachamama. Todo parece inofensivo: se exalta a las mujeres y se ofrece paz, armonía y buena vibra. Pero hemos de señalar que son rituales de brujería y, en realidad, son una modalidad de culto implícito al demonio.
En el Antiguo Testamento está la prohibición divina expresamente: “Al Señor tu Dios temerás, a Él servirás, por su nombre jurarás. No vayáis en pos de otros dioses, de los dioses de los pueblos que os rodean” (Dt 6,13-14). En el Nuevo Testamento san Pablo afirma: “¿Qué digo pues? ¿Que lo inmolado a los ídolos es algo? O ¿que los ídolos son algo? Pero si lo que inmolan los gentiles, ¡lo inmolan a los demonios y no a Dios! Y yo no quiero que entréis en comunión con los demonios. No podéis beber de la copa del Señor y la copa de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios” (1Cor 10,19-21).
Los católicos no debemos dejarnos arrastrar por ciertas modas como decorar la propia casa con dioses traídos del hinduismo o de otras tradiciones religiosas, ni debemos creer que es inofensivo participar en ciertos rituales prehispánicos como en los que participan algunos presidentes latinoamericanos como Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum en México, Gustavo Petro en Colombia y Evo Morales en Bolivia.
Los objetos utilizados en rituales paganos pueden convertirse –según enseña la exorcística– en objetos vinculantes que facilitan la acción extraordinaria del demonio sobre la persona que los utiliza. Son objetos que representan divinidades como serpientes, budas, elefantes, calaveras y otros más, que pueden estar hechizados, y que establecen un vínculo entre el demonio y la persona que, de alguna manera, los acepta. Hay que señalar que estos objetos no son vinculantes en sí mismos, sino porque el demonio se asocia a ellos, lo cual depende de su libre voluntad. Así que no se puede garantizar que cualquier objeto sea vinculante automáticamente.
No dejemos de orar por la nueva presidenta, la señora Sheinbaum, para que el buen Dios la libre de toda influencia del Maligno a la que quedó expuesta a través de esos rituales mágicos, y le conceda la verdadera sabiduría, que es la que viene del Espíritu Santo.
*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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