Marcela Hernández
La autenticidad es una virtud muy rara de encontrar en estos días en los que la mirada colectiva cobra cada vez mayor fuerza. En un mundo rendido ante la búsqueda de aprobación de los demás resulta muy complicado no comprometer nuestra propia identidad en medio de los esfuerzos por encajar.
El precio de pertenecer es muy alto, tanto que cada vez que lo pagamos se profundiza la sensación de un vacío interior y la frustración al enfrentarnos con la realidad de que es imposible darle gusto a todo el mundo.
Los santos nos enseñan con su testimonio que el centro de su vida fue su empeño por agradar a Dios, más allá de la opinión de los hombres. A continuación, te presento 5 frases de santos que nos pueden ayudar a moderar nuestro comportamiento para vivir una vida más auténtica y congruente con nosotros mismos:
El primer paso en el camino hacia la autenticidad tendrá que ser con la mirada en nosotros mismos, más allá de la opinión de terceros y de las expectativas ajenas, deberemos partir desde nuestro interior, ahí en donde se encuentra nuestro ser más real, libre de máscaras y necesidades ególatras.
Desde esta humildad y sencillez podremos experimentar nuestra pequeñez y la inmensa necesidad que tenemos de Dios, es en este punto en donde comienza una búsqueda autentica de la verdad y de nuestro Padre como única fuente de plenitud para llenar los vacíos en nuestro interior.
Paradójicamente, entre más nos centramos en nuestras necesidades, mayor es la probabilidad de experimentar frustración y vacío, pues constantemente estaremos recibiendo respuestas negativas del entorno y cada una de éstas repercutirá en la percepción que tenemos de nosotros mismos.
La capacidad de enfocarnos en actividades llenas de sentido, que nos hagan sentir útiles para el mundo y que nos permitan explotar nuestros dones y talentos, alimentarán nuestra auto-estima, al mismo tiempo de que minimizarán las sensaciones de fracaso al entender que hay una causa mayor a la que se dirigen nuestras acciones, independientemente de si los resultados son bien o mal vistos por los demás.
El miedo a perder la aprobación de los demás es un miedo que nos paraliza, nos limita, merma nuestro valor como persona única e irrepetible. Nada de eso viene de Dios. Él quiere que demos frutos con los dones que nos concedió y que no los ocultemos por miedo al rechazo.
Sin embargo, el que no busquemos la aprobación de los demás, no significa que debemos ser desconsiderados con sus necesidades y opiniones. Desde este punto es mucho más fácil fomentar relaciones auténticas, basadas en la empatía y el respeto por la unicidad del otro, partiendo, por supuesto, de nuestra propia autenticidad.
Congruencia es el nombre del juego. No podemos ser auténticos cuando pensamos una cosa, hablamos otra y actuamos completamente diferente.
Nuestras obras serán el primer estandarte de autenticidad, y, además, serán la mejor manera de mostrarle a los demás la presencia de Dios en nuestra vida. Las palabras difícilmente convencerán a otros, sin embargo, nuestro testimonio de vida podrá dejar huella en el corazón de los demás.
Correo: marcela@sensum.life
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