Una imagen no se venera por sí misma, sino por lo que representa y, como todo objeto, con el tiempo se deteriora.
Que una imagen esté viejita no justifica que la destruyas. Si la imagen está en buen estado pero deseas conservarla, puedes obsequiarla a alguien o llevarla a algún convento o a tu parroquia, seguramente encontrarás alguien que la quiera.
Ahora bien, si la imagen además de viejita está dañada y no se puede reparar, sí es conveniente destruirla. Pero nunca debes tirarla tal cual a la basura, pues sería una falta de respeto para quien está representado en ella.
Para evitar un mal uso de las imágenes podemos destruirlas con la debida reverencia; por ejemplo, cuando es de papel o un material combustible y está deteriorada, se puede quemar hasta convertirse en cenizas y ponerlas en la tierra.
Si por el tamaño o material de la imagen no es posible quemarla, habría que buscar otra solución. Puedes donarlas a una parroquia, ya que algunas de estas estampas religiosas o palmas benditas pueden usarse en el Miércoles de Ceniza. De esta manera le damos un valor a lo que en otro momento sirvió para evocar a Dios o la intercesión de los santos y evitamos un uso indebido de las mismas.
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