Cuando los objetos bendecidos han caído en desuso, se han deteriorado o bien corren el riesgo de ser abandonados pueden ser destruidos con la debida reverencia debido a su naturaleza. Por ejemplo, las palmas benditas de Semana Santa suelen quemarse para hacer la ceniza que se utiliza el miércoles de ceniza, por lo que puedes acordar con tu párroco entregarlas en la iglesia de tu comunidad.
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