Jesús es el Sumo Sacerdote único y eterno. A partir de su sacrificio en el altar de la cruz asumió en Sí mismo todo sacerdocio humano y le dio sentido. Unidos y presididos por Jesús sacerdote ofrecemos como Iglesia y como humanidad el único sacrificio grato a Dios que es el sacrificio incruento de Jesús en la Santa Misa, anuncio de su Muerte y Resurrección, sello de la Nueva Alianza.
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Es Jesús mismo el que sigue celebrando la Santa Misa en la persona del sacerdote que a su vez celebra en la persona de Cristo.
Todo bautizado participa del sacerdocio real de Cristo que ha formado con nosotros un pueblo sacerdotal; pero de entre nosotros los bautizados Él ha escogido a algunos para “hacer esto en memoria mía”, es decir, para presidir el santo sacrificio de la Misa y para celebrar los demás Sacramentos, a excepción del Bautismo y del Matrimonio que pueden celebrar los laicos.
Un presbítero y un obispo tienen una participación diferente en el sacerdocio de Cristo que se llama sacerdocio ministerial o potestativo, es un sacerdocio que se trasmite por la imposición de manos del obispo y que imprime carácter para la eternidad.
Un laico, casado o no, no puede celebrar la Misa porque no ha sido ordenado sacerdote por un obispo. En una parte de la Iglesia Católica, en la Iglesia Católica de Oriente, por tradición se puede ordenar como sacerdotes a hombres casados, pero el celibato es una ley que obliga en la Iglesia Católica de Occidente.
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