Platicando con unos compañeros de trabajo, uno de ellos nos compartió un dato muy interesante: Según una encuesta, en las empresas, aproximadamente un 59% de los empleados no está comprometido con su trabajo, simplemente hace lo mínimo indispensable para que le sigan pagando.
Este comportamiento está tan difundido que incluso los expertos le han dado un nombre, le llaman “Renuncia silenciosa”.
Pensar que 6 de cada 10 personas que trabajan en una fuente de trabajo tienen un comportamiento mediocre, es una cifra que nos debe mover a reflexión.
¿Qué pasaría si alguno de los que estamos leyendo entra en ese porcentaje de gente que no cumple con sus responsabilidades y simplemente se limita a aparentar?
Y no me refiero solamente a cuestiones laborales, hablo de todo campo. Porque tristemente, sea en el deporte, la familia o lo religioso, muchos de nosotros hemos caído en la tentación de simular que hacemos, pero en realidad solamente simulamos.
Aparentar es relativamente sencillo. Conocí a una persona que era capaz de estar frente a su computadora simulando escribir y lo hacía tan bien, que nunca nadie se dio cuenta de la manera en la que perdía el tiempo.
Pero en nuestro juicio, aquel en el que los creyentes sabemos que estaremos delante de Dios, allí si no se podrá aparentar, porque nuestra vida es transparente frente a Aquel que todo lo sabe.
No caigamos en la trampa de la Renuncia Silenciosa, por el contrario, trabajemos siempre aprovechando nuestros dones.
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