Alberto Quiroga
A la sociedad parecen chocarle los límites. Todo lo que sujete es visto como una forma de represión.
Me tocó capacitar hace años a un grupo de obreros a los que les informé que concluyendo les aplicaría un examen. Como buenos estudiantes, comenzaron a negociar y me pidieron que lo pudieran resolver apoyándose en sus apuntes. Considerando que no habría problema con ello acepté.
En las sesiones todos tomaban notas, pero pocos lo hacían de la mejor manera, sobre todo uno que apuntaba de manera desordenada y sin respetar los márgenes, sin utilizar las líneas de las hojas y amontonando las palabras.
Siendo mi responsabilidad su aprovechamiento, le señalé que esas anotaciones no le iban a servir. Prácticamente me respondió que era asunto suyo y que cada quien sabía como tomaba sus apuntes. Como adulto, lo dejé con su responsabilidad.
Al momento de aplicar el examen, con base en nuestro acuerdo, sacaron sus cuadernos y comenzaron a buscar la información para responderlo, pero mi alumno desordenado y rebelde, comenzó a sufrir al no encontrar apoyo en sus notas mal hechas. Fue evidente que no respetar las normas le resultó perjudicial.
Una simple hoja de cuaderno a rayas, podría ser vista como por un rebelde como un ejemplo de represión ¿para qué tantas líneas y márgenes? ¿por qué encerrarnos?
El orden que muchos sienten limitante en realidad es liberador. Los que tomaron bien sus notas resolvieron fácil el examen. El que se brincó las rayas, sufrió las consecuencias de su aparente libertad.
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