Sabemos que ser provida es una causa que nos mueve y apasiona, no es cualquier cosa, pues defender la vida en cada una de sus etapas, sobre todo en la inicial que más vulnerables somos, nos parece un obligación.
El 25 de marzo se conmemoró el día del niño por nacer, una fecha que nos recuerda velar por los derechos de los más pequeños, y buscamos se valore esa etapa donde inicia el maravilloso don de la vida y esta semana del 24-28 de marzo la Iglesia sugirió vivirla como la semana de la vida, es por eso que venimos reflexionando.
¿Cómo estoy defendiendo al niño por nacer?, ¿Veo la dignidad también de las personas que apoyan el aborto?.
Una causa que nos mueve tantos sentimientos debe ser el impulso y recordatorio de que cada vida cuenta, ni el más pequeño debe ser vulnerado, pero tampoco una persona con ideas distintas tiene una dignidad inferior a la mía, debemos hacer una pausa y cuestionarnos de qué manera estamos defendiendo la vida, ¿a costa de qué?
Me gana el impulso o si escucho con caridad y empatía a las personas que defienden el aborto, esa puede ser la clave para lograr una conversión, en nosotros y en alguien más. Las personas no son nuestro enemigo, aún cuando su idea sea errónea. La escucha y empatía pueden ser clave para entender en qué punto de su historia, su visión de la vida se ha distorsionado, pero una respuesta de odio o de ataque jamás será la respuesta ni la forma adecuada para el diálogo o el acompañamiento.
En un momento tan difícil cuando una persona está entre abortar o no, lo que menos necesita es sentirse juzgada, sino escuchada y acompañada, una sociedad que te da la “libertad” de hacer lo que gustes para después señalarte y juzgarte es lo que muchas veces orilla a alguien al aborto. Y nosotros podemos ser la diferencia.
Escuchar al otro para mostrar la verdad debe ser clave, a pesar de que sea alguien que busque provocar no debemos ser reaccionarios y atacar, al final alguna herida debe cargar.
Las razones por las que alguien se puede orillar a tomar la decisión de abortar pueden ser bastantes, por lo que es importante tener el don de escucha, para que en lugar de ser “duros” y juzguemos, la persona encuentre en nosotros reflejo de dignidad, escucha y consideración desde un lugar de amor.
Aunque a veces nuestras palabras no son bien recibidas, es importante que nosotros no caigamos en la tentación, y dialoguemos de la mejor manera.
Sin embargo, el trabajo de una persona provida no es sencillla, ya que practicar la empatía puede llevar a dificultar la labor de argumentación, y es por eso que todo buen provida necesita estudiar y formar su criterio, para poder ser fieles y firmes con la cuasa a pesar de las circunstancias. Que nuestro faro sea siempre la dignidad de la persona, el no nacido, el que piensa distinto o el que está en el “banquillo de los acusados”.
Autor: Pasos por la Vida Cuernavaca. Montserrat Villa Calderón con colaboración de: Virginia Moreno Sánchez. Luis Ángel Ramírez Álvarez.
*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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