Me encontraba en el segundo piso de una clínica, de pie, esperando me llamaran para consultar, cuando de repente se acerca conmigo la señora que trabaja en la limpieza, (lo supuse por la escoba que traía en la mano) y me pregunta:

Padre, ¿qué se puede hacer con un niño Dios abandonado?

Válgame Dios, me impacta interiormente su pregunta, por lo que reacciono: -¿Abandonado? 

– Sí padre, regalé un niño Dios a una vecina y lo tiene olvidado al final de un pasillo, sobre una mesa, imagínese usted, al lado de cajas viejas y amontonadas (me miró toda compungida). 

– Ah, ok, ya comprendo, 

– Sí padre y ni le reza, ni lo ha acostado, ni levantado, ni le canta ni lo viste, ni nada. El pobre niño ya ha de estar lleno de llagas …

– Deje que el niño Dios haga su trabajo, y que despierte el cariño, la devoción y la ternura de esa familia – le dije a la desquehacerada señora,

-Pero ya van tres años y no le han hecho nada, padre, y cuando he podido entrar, veo al pobre niño, en el último cuarto todo dejado, solito y arrumbado, -dijo la señora bien apalancada en su escoba.

-Dígale a su vecina, que quizá el niño tenga frío, y llévele usted una cobijita, unos calcetines, una gorrita, por lo menos una cunita de mimbre. 

-Mi vecina no quiere vestirlo, ni ponerle nada, no le gusta. Se lo voy a quitar, – dijo, ferozmente. 

-Déjeselo un año más, como en la parábola del Evangelio, para ver si el próximo año cambia esa gente, y el niño Dios logra obtener de ellos gestos de paz, de bondad y de hermosura. 

-Pero esa gente es muy dura, padre, y no se ven gestos por ningún lado, ¿no será que el niño no está bautizado? 

-Señoraaa, hábleles con ternura y amabilidad 

-No padre, lo más claro es lo más decente!!

-Usted tiene al niño Dios en su corazón, trátelos con dulzura y suavidad. 

-No padre, duro y a la cabeza, al pan pan y al vino vino: se los voy a quitar, remató ya toda enojada.  

-Señora, – la interpelo inquisidoramente – entonces, si usted va a hacer lo que le da la gana, ¿para qué me viene a preguntar? 

Y dando media vuelta, se fue toda enfurruñada la señora, y ya no vi si volando o caminando. 

Fin. 

Mons. Alfonso G. Miranda Guardiola

Es Obispo de la diócesis de Piedras Negras

Compartir
Publicado por
Mons. Alfonso G. Miranda Guardiola

Entradas recientes

¿Se puede ser feminista y católica? 4 pensadoras que combinan la fe y la lucha por la igualdad

El feminismo, una corriente filosófica y social que busca la igualdad de derechos y oportunidades…

23 horas hace

Evangelio y lecturas de la Misa del II Domingo de Adviento 2024

“Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de…

1 día hace

La salvación y el Año Jubilar 2025

El 29 de diciembre iniciaremos el Año Jubilar 2025 en las diócesis del mundo, con…

1 día hace

Historia del aborto: de Margaret Sanger al feminismo contemporáneo

Lo que empezó en los años 20 del siglo pasado como una causa homicida, al…

2 días hace

Para servirle

‘¡Viva Cristo Rey!’ Hagamos nuestra esta frase, no como grito de guerra, sino como expresión…

2 días hace

Exposición en féretro y sin 3 ataúdes: Vaticano aprueba nuevas reglas para los funerales papales

El Vaticano publicó la segunda edición del libro litúrgico que contiene las instrucciones relacionadas con…

2 días hace

Esta web usa cookies.