Empecé a elaborar este libro, por la gracia de Dios, en el año 2011 junto con mi equipo del Centro de Investigación Histórica de la Arquidiócesis de Monterrey. Y quiere ser, por una parte, un humilde tributo para tantas personas, que han dado su vida al servicio de esta porción de la Iglesia que peregrina en Monterrey; y por otra, resaltar la figura sacerdotal, hoy bastante criticada, a través del testimonio de ilustres sacerdotes de nuestra Arquidiócesis.

Hemos vivido en las diferentes etapas de la historia, situaciones sociales complejas, en las que ser discípulo de Cristo no es fácil de entender, y en las que los consagrados son seducidos o amenazados por modos de vida distintos a su predicación; ello dificulta el reconocimiento de los sacerdotes, quienes llevan en sus hombros la carga de conducir comunidades parroquiales diversas.  

El corazón es el que habla cuando recordamos y decimos gracias, especialmente a todos aquellos hermanos presbíteros que han fundado y forjado esta Iglesia de Monterrey, que tiene sus raíces en la ciudad de Linares, donde originalmente se fundó en el año de 1777, con la Bula Relata Semper.

Sólo aquel que conoce y ama la historia, podrá sacar de ella grande provecho y tendrá la valiosa oportunidad de no repetirla, ni cometer los mismos errores, sino aprender del pasado y construir un nuevo y maravilloso futuro.

Seríamos ingratos si no fuéramos capaces de reconocer el legado de nuestros mayores, si no apreciáramos el trabajo pastoral que nuestros predecesores hicieron, si no valoráramos el esfuerzo de tantas personas que entregaron su vida y su sangre en nuestra tierra, y por quienes hoy tenemos Iglesia, identidad, riqueza espiritual y libertad. Porque si hoy podemos ver más lejos, sólo es porque estamos parados sobre los hombros de hombres y mujeres gigantes que nos han precedido.

No es en vano el sagrado deber de enseñar a los niños y niñas, a los jóvenes y al pueblo fiel, el aprecio por la historia, y la capacidad de valorar y custodiar las buenas obras de nuestros mayores, pues es la única manera de salvaguardar la riqueza de una diócesis y de una ciudad, construidas con el trabajo de generaciones enteras, y de mantener genuina la tradición, la cultura, el fervor, las costumbres, los valores, y que constituyen a final de cuentas, nuestra mayor y mejor aportación al patrimonio perenne de la humanidad.

El presente trabajo ha recogido la vida de muchos sacerdotes y de algunos destacados laicos que vivieron buena parte de su vida durante el siglo XX, y con quienes un servidor tuvo contacto cercano, o sobre quienes fue posible encontrar valiosa información hasta el año 2018. La mayoría de ellos, llamados a la Casa del Padre, en la primera o segunda década del presente siglo.

Dejo en las manos de Dios, el trabajo de completar esta humilde obra con los sacerdotes o seglares no incluidos, no por otra razón, sino por la limitación de nuestras capacidades, a futuros hermanos presbíteros, seminaristas o laicos, que deseen continuar esta investigación, que solo pretende conservar las huellas de servidores de Dios, que pasaron haciendo el bien por estas tierras, y dar gloria a nuestro Señor, y acrecentar el amor a la Santísima Virgen María.

Porque la gratitud es el recuerdo del alma.

Te espero este 14 de septiembre 2023, a su Presentación: 16 hrs, Cintermex, Monterrey.

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*Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la Fe.

Mons. Alfonso G. Miranda Guardiola

Es Obispo de la diócesis de Piedras Negras

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