Un niño bajo el asedio de las bombas, le preguntaba a su padre:
Papá, ¿por qué nos atacan? ¿Es acaso por nuestro color de piel? ¿Es por el Dios en quien creemos? ¿Es por la tierra donde nacimos? ¿Que hay otro Dios? ¿Nuestro dolor no es igual que el de los demás? …
¿Qué podemos hacer a lo lejos, en el caso de las guerras, ante el dolor de tantas personas que sufren, ante el odio que arrebata ciegamente miles de vidas, niños incluidos, ante el ruido estrepitoso de las armas que no callan?
No podemos permanecer indiferentes, indolentes, ni sentarnos literal y únicamente a contemplar este dolor desde la lejanía de nuestras pantallas.
Rezar es la primera acción para alcanzar la paz, pero, ¿qué más podemos hacer por los pueblos que combaten, que luchan desaforadamente, tan lejanos de la paz, imposibilitados de alcanzarla?
Nos toca a nosotros, que sí podemos, actuar con responsabilidad y con pasión, por cultivar, custodiar y mantener la paz, en nuestra familia, en nuestra comunidad y en nuestra tierra, para que mañana, una vez que el dolor empiece a mitigar, una vez que el odio empiece a ceder, una vez que las armas empiecen a parar, este espacio de paz custodiado, puedan habitarlo israelíes y palestinos, rusos y ucranianos, por solo mencionar a los directamente participantes en estas terribles batallas.
¡Hagámoslo por ellos, ya que HOY podemos hacerlo! No nos quedemos fuera, contribuyamos manteniendo toda la paz que podamos. Es nuestro tesoro para los demás…
FB:/MonsAlfonso
TW:@monsalfonso
*Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la Fe.
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