Ahora que se habla de que la Inteligencia Artificial (IA) puede hacer de todo, desde tesis universitarias, hasta homilías, leerlas y exponerlas, yo me pregunto:
¿Y podrá también, esta IA, tener el espíritu para predicarlas? ¿Tendrá la entonación, la modulación de la voz, los gestos, las pausas y silencios prolongados, los sobresaltos, la transmisión de emociones, las sonrisas, los guiños, las miradas traviesas, los cambios de ritmos y palabras? ¿Podrá tener la profundidad que solo da el espíritu? ¿El poder de la gracia que penetra en los corazones? ¿Tendrá ese fuego que brota de la Palabra de Dios, y que interpela, que provoca, que anima, que sacude y enciende los corazones? ¿Podrá cerrar los ojos al predicar, y meterse en lo más profundo de su propio ser y encontrar esa palabra escondida, precisa, que le susurra el espíritu, y que pega en el blanco de quien a uno lo escucha?
¿Dónde queda la inspiración, dónde la espontaneidad? ¿La IA, se podrá dejar llevar y conducir por el espíritu? Y finalmente, ¿tendrá la congruencia de vida, para hablar más que con las palabras, con las obras, con el ejemplo y con el testimonio, como nuestro Padre Dios, nos lo exige la respuesta, evidentemente, la tiene usted, amable lector(a).
FB:/MonsAlfonso
TW:@monsalfonso
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