Los superhéroes podrán ser muy fortachones, veloces e inteligentes pero resulta que están marcados por la tragedia. Y en particular, por el trauma de haber perdido súbitamente a sus padres además de sus propias debilidades.
Así es la historia de Barry Allen y Bruce Wayne ( Flash y Batman) quienes son tocados por el dolor, mismo que los llevará a definir su futuro como paladines de la justicia luchando contra el mal.
En el caso de Barry Allen, éste opta por convertirse en criminólogo forense para facilitar a los jueces pruebas que ayuden a ejercer la justicia desde la verdad ya que vive con un piedra en su corazón: a su padre lo han encarcelado porque le atribuyen de manera injusta haber asesinado a su esposa. Por tanto, Barry pierde a su madre y se llevan a su padre preso.
Por otra parte, Bruce Wayne (otrora Bruno Díaz para quienes vimos la serie de Batman y Robin hace 40 años), es testigo del asesinato de sus padres cuando, a petición suya, salen prematuramente de un teatro y sufren un asalto. De ese hecho, el pequeño Bruce crecería con un resentimiento tal, que lo sublimaría convirtiéndose en un justiciero que atrapa malhechores al margen de la ley.
“Las cicatrices definen quienes somos” le dice Bruce Wayne a Barry, cuando este último le manifiesta que viajará en el tiempo para evitar la desgracia en su familia.
Si no podemos viajar en el tiempo, ¿seríamos capaces de cambiar nuestro presente para salvar a quienes amamos? ¿Salvarlos de qué? Sin duda de aquellas malas actitudes y acciones que tenemos con ellos y necesitamos cambiar para hacer de nuestro entorno un lugar confiable y amable para convivir.
Somos viajeros en el tiempo, los minutos y las horas pasan y nosotros vamos avanzado junto con ellos. El pasado llama a la puerta y nos invita a quedarnos allí, sentados y acomodados en lo que “un día fue y no será” aferrándonos a personas y situaciones ideales que han pasado. O bien, mirando un futuro esperando a que llegue, a que suceda sin que hagamos nada para sembrar semillas, para forjar los surcos y esperar la lluvia.
Es verdad que nuestras cicatrices nos definen, pero no para siempre porque si encontramos sentido en aquello que nos afectó y somos capaces de vivir para cuidarnos y cuidar a otros, podremos disfrutar la vida en el día a día.
Por muy superhéroes que nos sintamos siempre hemos de lidiar con nuestros traumas, debilidades y sufrimientos, no obstante, si cultivamos la experiencia de Dios en nuestro caminar podremos decir junto con San Pablo: “Todo lo puedo gracia más a aquel que me fortalece”. Flp 4,13
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