¿Qué signo eres? Seguramente te han preguntado alguna vez en la vida. ¿cuál es tu signo del zodiaco? ¿eres libra? ¿cáncer? O ¿acuario? En función de lo que contestes ya existe toda una descripción de la personalidad en función de la fecha ( día y mes) en el que hayas nacido. De esa manera habrá personas que, por el simple hecho de nacer, independientemente del contexto en el que lo haga será floja, desconfiada, trabajadora, enojona, etc.

Si se asume esta clasificación, se estaría generando una profecía autocumplida, ya que de tanto repetir que soy de un tal signo, se van tomando decisiones en función de las características asumidas de manera consciente o inconsciente.

A lo que lleva esta clasificación es a ignorar los efectos que tiene el ambiente en donde se desarrolla cada persona, la educación que reciba en su hogar, en su escuela, los hábitos que genere a lo largo de la vida, porque, además nunca es tarde para aprender.

Nacer condicionados por un estereotipo de personalidad es hacer a un lado la libertad y la experiencia vital que van formando al ser humano.

De la misma manera, ahora no sólo por el día y fecha del año, sino por el año en que uno nace, lo clasifican y le cuelgan una serie de características en función del contexto sociocultural en el que creces y te desarrollas.

De esta forma, todos aquellos que crecieron en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial se les denomina Baby Boomers (1946-1964), hoy son los abuelos y bisabuelos de nuestros hijos y tienen en común haber vivido un periodo de bonanza económica, de tener muchos hermanos y de conocer la realidad por el radio y la incipiente TV.

De la misma forma, ahora está la Generación Z, es decir, aquellos nacidos después del año 2012, también llamados nativos digitales y cuyo entorno es la convivencia y la interacción a través de pantallas. La experiencia del conocimiento y comunicación está basada en un dispositivo digital.

Y en medio están la generación X (1965-1980), la Y o millenials (1981-1996), la Z (1997-2012) y finalmente la Alfa que data del 2012 a la fecha. Todo lo anterior implica que las personas de cada uno de estos segmentos comparten una cultura en la cual crecieron y que cuentan con habilidades y limitaciones propias del desarrollo que tuvieron.

Sin duda que hay habilidades que se obtienen gracias al ambiente en el que cada uno crece, si bien los niños pequeños usan los celulares es debido a que son diseñados de manera intuitiva. Por lo anterior, si decimos que los infantes son generación Alfa y por tanto son nativo digitales, ¿hemos de darles un celular desde el kínder? ¿debemos hacer todo digital para favorecer su desarrollo? ¿un abuelo no es capaz de sacarle todo el jugo a su celular?

Me parece que no debemos quedarnos condicionados por el contexto en el crecimos o en el que vivimos sino estar conscientes de que estamos siempre en movimiento y discerniendo de aquello que es bueno y aquello que nos hace daño.

La misma comodidad que ofrecen los horóscopos en cuanto a la profecía autocumplida (asumirse en una determinada manera de ser), ahora se traslada al ámbito de las generaciones y corremos el riesgo de no mostrarle canicas, baleros y trompos a las nuevas generaciones porque a “ellos sólo lo que sea pantalla”.

Sin duda es un acto a contracorriente sin embargo los adultos somos los transmisores de cultura en la convivencia con la bici, los patines, un balón, jugar damas chinas, observar bichos en el parque, comer helados, mandar un videomensaje a la abuela, o un mensaje de audio de cumpleaños.

La vida no puede reducirse a lo digital sino que ha de aprovechar lo mejor de cada persona, de cada miembro de la familia, de la historia y experiencia de las distintas generaciones sin que limite y determine la manera de ser o excluya. La convivencia intergeneracional es vital para mantener los valores, principios y esperanza en nuestra sociedad.

Atendamos el llamado de Francisco “Debemos centrarnos en la educación, que abre la mente y el corazón a una comprensión más amplia y profunda de la realidad”*.

*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

Abraham Flores

Educador. Casado y padre de tres hijos. Ingeniero químico con estudios de filosofía, antropología, teología e impro teatral. Desarrollador de procesos creativos para empresas, instituciones (eclesiales y gubernamentales), organizaciones de la sociedad civil. Evaluador de proyectos de inversión y consultor en procesos de desarrollo del cliente. Flp 4,13.

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