El 2023 finalizó de forma dramática, las olas de migrantes continuaron arribando a las fronteras tanto sur como norte; las imágenes de personas pidiendo asilo o simplemente la oportunidad de continuar con su trayecto se apoderaron de las redes sociales y de los noticiarios, desafortunadamente, éstas fueron la nota trascendente en diciembre y durante la mayor parte del año.

El tema es de suma importancia, tanto para nuestro país como para los Estados Unidos de América del Norte, incluso se llevó a cabo una reunión el pasado 27 de diciembre presidida por el Presidente Andrés Manuel López Obrador y el Secretario de Estado Antony Blinken, donde el principal tópico fueron las acciones para enfrentar el creciente flujo de migrantes.

Es innegable el vínculo que existe entre la migración, seguridad y el desarrollo, sin embargo, factores como el desempleo, la inseguridad o la incertidumbre económica han llevado a que este fenómeno se haya convertido en uno de los retos económicos, sociales y políticos más trascendentes.

Las migraciones nos han demostrado que la empatía y la solidaridad son conceptos de los cuáles nos hemos alejado; año con año el desplazamiento forzado ha hecho que los asentamientos improvisados se hagan mucho más constantes; casas hechas con cartones o lonas, niños que han caminado por largas jornadas y padres con miedo al futuro y frustración por el presente.

Países que antes eran considerados de tránsito se han convertido en naciones de destino y viceversa, incluso se ha incrementado el flujo de mujeres y de niños y ha cambiado el motivo de traslado, ya que aunque son importantes factores como los laborales, educativos, culturales, familiares o la influencia de experiencias de amigos, también se han acrecentado aquellos como la persecución, los conflictos armados o la violencia.

Muchos huyen de las amenazas y muertes provocadas por el crimen organizado, de los desoladores efectos de la pobreza o de las consecuencias del cambio climático, pero estoy convencido que muy pocos desean enfrentarse a la incertidumbre y tristeza que implica irse de forma precipitada.

Pese a que con frecuencia abordamos la construcción de puentes en lugar de muros, poco se ha hecho para ayudarlos, las políticas públicas han quedado escasas ante lo avasallante de las caravanas migrantes. Su paso por las distintas naciones también representa cambios en la estructura económica y social del país al que arriban, lo cual puede detonar la falta de oportunidades de empleo, una débil gobernanza y la violencia entre comunidades. Es urgente atender las causas de este fenómeno, pero también fomentar el amor al prójimo.

*Analista en temas de Religión, Seguridad, Justicia, Política y Educación.

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Simón Vargas Aguilar

Consultor en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.

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