El pasado domingo 18 de mayo inició oficialmente el pontificado del Papa León XIV y en una misa donde se concentraron alrededor de 200,000 personas expresó un mensaje donde se comprometió a trabajar por la unidad de la una iglesia y una sociedad, que hay que reconocerlo, enfrentamos múltiples divisiones y retos.

“Fui elegido sin tener ningún mérito y, con temor y trepidación, vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una única familia. Amor y unidad: estas son las dos dimensiones de la misión que Jesús confió a Pedro”. Mencionó el pontífice durante su primera homilía.

Unidad, comunión y reconciliación son las palabras con las que el sucesor de Pedro ha decidido comenzar su ministerio, y es que aunque nos cueste hacerle frente a la realidad, reconocerla y sobre todo admitir lo que hemos omitido, pueden convertirse en elementos significativos para alcanzar la paz que tanto necesitamos como sociedad.

Es innegable que vivimos momentos complejos, el crimen, la violencia y la indiferencia se hacen mucho más presentes y laceran día con día a las niñas, niños y adolescentes alrededor del mundo; es por ello que el Papa nos recuerda que: “No se trata nunca de atrapar a los demás con el sometimiento, con la propaganda religiosa o con los medios del poder, sino que se trata siempre y solamente de amar como lo hizo Jesús”.

A pesar de los diferentes escenarios que enfrentó el Papa Francisco jamás dejó de abogar por una iglesia basada en la sinodalidad, la cercanía con la población y la búsqueda de paz y justicia, y todo parece indicar que su sucesor continuará trabajando por la unidad, por una iglesia que construya puentes y que acepte las diferencias: “Estamos llamados a ofrecer el amor de Dios a todos, para que se realice esa unidad que no anula las diferencias, sino que valora la historia personal de cada uno y la cultura social y religiosa de cada pueblo”.

Las divisiones aumentan y pareciera que los esfuerzos quedan superados por el desinterés, ¿qué podemos hacer para no perder la esperanza?, ¿cómo continuar avanzando ante un mundo cada vez más confrontado?, las respuestas a estos cuestionamientos no son sencillas, sin embargo, a pesar de lo utópico que podría leerse, hoy más que nunca necesitamos volver la mirada al que sufre, escuchar a quien lo requiere, ayudar sin esperar nada a cambio; centrarnos en la verdadera enseñanza de Jesús: amar al prójimo.

Tristemente, nos centramos demasiado en nuestras propias batallas y deseos de poder, por lo que ante un mundo dividido y enfrentado donde pareciera permear la desconexión espiritual es necesario que salgamos de nuestro egoísmo y busquemos cerrar las brechas por el resentimiento y el odio.

Simón Vargas Aguilar

Consultor en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.

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