El próximo 1° de octubre dará inicio la administración de la primer mujer en ocupar la Presidencia. Foto: Especial
Es indudable que los cambios tecnológicos han traído avances significativos y que como sociedad hemos trabajado en simplificar nuestra vida cotidiana, sin embargo, hoy ante un mundo mucho más vertiginoso, donde lo material ha sobrepasado a la empatía, la tolerancia y la bondad es importante que nos detengamos, al menos por unos minutos al día, y nos replanteemos la manera en la que nos dejamos invadir por lo trivial y nos alejamos de lo verdaderamente esencial.
Es un tema que ha cobrado cada vez más relevancia y considero que si ha habido un repunte en esta interlocución es porque hay que prestar atención y reflexionar porque es claro que la cultura de la inmediatez ha afectado a la población, pero sobre todo a niñas, niños y adolescentes, es así que vale la pena cuestionarnos, ¿de alguna manera hemos sido artífices del incremento en los niveles de ansiedad? Y sobre todo ¿qué tanto la propia tecnología se ha convertido en un punto de inflexión para los problemas de salud mental?
Incluso el pasado 8 de julio durante su sección en el canal de Radio Fórmula, el Presidente de la Junta de Gobierno de la Universidad Panamericana e IPADE, el Dr. José Antonio Lozano Díez mencionó que: “La lógica de recompensa instantánea no solo afecta la salud mental, con mayores niveles de ansiedad y vacío existencial, sino que produce tres efectos devastadores: deteriora la capacidad de reflexión profunda, al impedir sostener la atención y el pensamiento continuo; erosiona la fuerza de voluntad, al acostumbrar a las personas a abandonar lo que requiere constancia, y finalmente, impide el descubrimiento del sentido de vida.”
Nuestro vínculo con la tecnología se ha transformado en uno de los casos de estudio más complejo y desafiante, incluso esta conexión podría ser uno de los causantes del incremento de los problemas de salud mental entre los jóvenes y es que los números no dejan lugar a dudas, la Organización Mundial de la Salud, afirma que uno de cada siete jóvenes de entre 10 y 19 años padece algún tipo de trastorno psicológico.
Aunque nos sea difícil reconocerlo, la inmediatez afecta profundamente las relaciones humanas y la estructura social, el sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman ha descrito nuestra era como modernidad líquida, en la cual la inmediatez ha generado una cultura de consumo efímero y desechable, donde las relaciones y los objetos son rápidamente reemplazados en busca de gratificación instantánea.
El tema preocupa a diferentes líderes alrededor del mundo y aunque no con los mismos conceptos sí bajo el mismo enfoque su Santidad el Papa Francisco acuñó el término “cultura del descarte” con el cual se buscó describir una mentalidad que valora la productividad y el consumo por encima de la dignidad humana y el cuidado del medio ambiente.
El Papa Francisco nos llamó a no olvidar que: “Muchas veces, una caricia dada desde el corazón hace más bien que unas monedas. En sociedades a menudo contaminadas por la cultura de la indiferencia y la cultura del descarte, como creyentes estamos llamados a ir contracorriente con la cultura de la ternura.”
Por el bien de todos debemos hacer consciencia y actuar con responsabilidad.
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