Es indudable que a pesar de los esfuerzos tanto de instituciones públicas como privadas, la violencia avanza constantemente; lo he mencionado con anterioridad, ninguna vida es más o menos importante que otra, sin embargo, es casi imposible no consternarse cuando la crueldad provoca la muerte de niñas, niños y adolescentes.

La semana pasada la noticia del homicidio de Fernandito, un niño de cinco años en los Reyes La Paz, Estado de México, conmocionó nuevamente a nuestra sociedad; presuntamente su muerte se debió a que una pareja se lo llevó en calidad de “garantía” ya que sus padres habían solicitado un préstamo de mil pesos y no habían realizado el pago correspondiente.

De acuerdo con la recopilación de algunos testimonios, el niño sufrió desde que llegó a la casa de los prestamistas, aunque tristemente esto no le era nuevo ya que su padrastro también lo violentaba. A pesar de los esfuerzos de la mamá del menor y de vecinos quienes desde el 28 de julio acudieron al DIF para denunciar la retención del menor, las autoridades no asistieron sino hasta el pasado 4 de agosto donde encontraron el cuerpo de Fernandito en bolsas de plástico y por el estado de descomposición se presume que murió días antes.

El caso conmociona por la crueldad de los prestamistas, la irresponsabilidad de los padres y la omisión y negligencia de las autoridades, todos le fallaron a Fernandito; tristemente este no es un caso especial, situaciones así se repiten a lo largo de nuestro país, niñas y niños siendo maltratados y vejados frente a los ojos de una sociedad cada vez más apática e indolente.

Las cifras son dolorosas y contundentes, de acuerdo con datos de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) de enero a noviembre del 2024 se registraron 973 asesinatos de niñas, niños y adolescentes, esto significó que entre enero y noviembre de 2023 y los mismos meses de 2024, los asesinatos de niñas, niños y adolescentes en el país aumentaron 9.2%

Innegablemente el abandono al que hemos sometido a nuestra infancia y adolescencia es multifactorial, no puede ni debe ser analizado desde un solo enfoque, pero ante estas situaciones deberíamos cuestionarnos ¿qué nos está pasado como sociedad?, ¿dónde ha quedado el amor al prójimo?, ¿de qué manera podemos resarcir el daño que les estamos haciendo a nuestras niñas, niños y adolescentes?

Las noticias como la de Fernandito no se detendrán hasta que no nos replantemos la manera en la que la indiferencia ha permeado en nuestra sociedad y la forma en la que hemos cedido ante la violencia y el crimen. Aunque es cierto que hay esfuerzos y acciones por parte de los diferentes niveles de gobierno, también es necesario que como comunidad actuemos unidos, la responsabilidad es de todos.

Como población tenemos que hacer esfuerzos para reestructurar el tejido social, trabajar en la implementación de principios y valores, fomentar la cultura, el arte y la educación, y por supuesto seguir haciendo hincapié en la importancia que tiene la familia como primer núcleo de formación basado en la comprensión y el amor.

Simón Vargas Aguilar

Consultor en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.

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