Los relatos de sus milagros describen a un hombre joven, alto, de piel blanca y ojos claros. Aparentemente de la nada, dicen, se aparece a personas migrantes perdidas en el desierto entre México y Estados Unidos.

Ofrece agua, dinero e indicaciones precisas para continuar el viaje. Cuando la o el beneficiado pregunta dónde encontrarlo la respuesta es: en el santuario de Santa Ana de Guadalupe, en el centro de Jalisco.

En la iglesia de ese pueblo está la imagen del benefactor, San Toribio Romo, un mártir asesinado durante la Guerra Cristera y a quien cada año visitan unas 600 mil personas para agradecer su apoyo en el camino de las y los migrantes.

De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones, el 3.6 por ciento de la población mundial, unos 281 millones, son migrantes, quienes dejan sus países de origen para buscar mejores condiciones de vida.

Su camino no es fácil. En el Viacrucis quedan varados en ciudades que no tenían como destino. Aunque no hay un censo, organizaciones defensoras de derechos humanos estiman en más de 5 mil las personas migrantes en la Ciudad de México, quienes esperan la resolución de trámites.

Como San Toribio Romo, desde la comunidad podemos apoyar a las personas en esa situación. Donativos de comida o ropa pueden ser muy útiles, así como el respeto y la no discriminación.

La sociedad puede desempeñar un papel crucial en la integración de los migrantes en las comunidades de acogida, lo cual implica la provisión de servicios básicos como vivienda, educación y atención médica, así como programas de capacitación y empleo.

Es importante educar sobre los desafíos para promover empatía y solidaridad.

Esta semana, el Papa Francisco pidió a la Iglesia en América Latina trabajar para erradicar la indiferencia ante las y los migrantes. Se refería a quienes atraviesan la selva del Darién, entre Colombia y Panamá. Aplica en cualquier lugar.

“Los animo a trabajar incansablemente para que (…) un hermano o una hermana migrante (…) encuentre en la Iglesia un lugar donde no se sienta juzgado, sino acogido”, escribió en un mensaje publicado por el Vaticano.

El inicio de la Semana Santa es la oportunidad para profundizar en valores fundamentales como la compasión y solidaridad, y se pueden poner en práctica de manera significativa en apoyo a las personas migrantes y a sus familias.

Correo:salvadorg@consejociudadanomx.org

Twitter:@guerrerochipres

*Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la Fe.

Salvador Guerrero Chiprés

Coordinador del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5 CDMX).

Entradas recientes

Censura y agresión a periodistas

En México, no son buenos tiempos para la libertad de expresión

18 horas hace

“Grace for the World”: así fue el inédito concierto en el Vaticano por la fraternidad

El evento "Grace for the World" en el Vaticano fue un recordatorio de que la…

1 día hace

20 de septiembre: San Andrés Kim Taegon, santo de Corea del Sur

Conoce la vida de san Andrés Kim Taegon, y lo que hizo para la difusión…

1 día hace

La Patria se suda en cada poro

La nacionalidad no es una letra en documento oficial, sino la identidad que nos vincula…

2 días hace

¡Que viva la unidad de los mexicanos!

Desde la Iglesia queremos abonar a la unidad. Y nuestro punto de partida es la…

2 días hace

18 de septiembre: San José de Cupertino, el santo que levitaba y volaba

Aunque era considerado un hombre simple y humilde, San José de Cupertino se convirtió en…

2 días hace

Esta web usa cookies.