A los 17 años, Santa Vicenta María decidió dedicar su vida a brindar ayuda y paz a quienes habían realizado actividades de sirvienta, llamadas así en el siglo XIX.
Desde niña recibió una esmerada educación humana, acompañó a una tía en labores de asistencia en un asilo para personas trabajadoras del hogar. De ahí nació la intención de fundar una congregación religiosa.
Su vocación cristalizó en junio de 1876 en la Congregación de Hermanas del Servicio Doméstico, actualmente Religiosas de María Inmaculada con presencia en 21 países y 123 comunidades.
La vida de Vicenta María es la base de la película La Sirvienta, donde se cuenta la historia de una joven trabajadora del hogar que escapa de Ucrania, y tras ser detenida acusada de robo conoce a dos trabajadoras sexuales a quienes relata la vida y obra de la Santa.
Según la Organización Internacional del Trabajo, en el mundo hay al menos 75.6 millones de personas trabajadoras del hogar (PTH) y más de las tres cuartas partes son mujeres.
En México, el INEGI estima que son 2.3 millones, solo 20 de cada mil tienen un contrato, el resto se empleó de palabra; 69 por ciento carece de prestaciones laborales, y en promedio su salario diario es de 254 pesos. Padecen frecuentemente una doble injusticia: por un lado, la de carácter laboral; del otro, la violencia psicológica o física.
Reivindicar sus derechos es una labor colectiva, principalmente de quienes les emplean.
En el Consejo Ciudadano de la Ciudad de México diseñamos un Violentómetro para Trabajadoras del Hogar, una herramienta para identificar diferentes niveles de violencia.
Advierte de las agresiones más sutiles, como trabajar sin contrato o ser nombrada de forma despectiva —“chacha”, “criada”, “gata”—, hasta los aspectos más graves, como la violación, el embarazo por abuso de poder o la Trata de Personas en sus modalidades de explotación laboral, trabajos forzados o servidumbre.
La Sirvienta y la vida de Santa Vicenta María son una oportunidad para fortalecer los vínculos comunitarios con quienes trabajan en el hogar, corregir las irregularidades y darles un trato digno.
Revertir las situaciones de abuso y discriminación es posible con la visibilización del problema y la voluntad comunitaria.
En la Línea de Seguridad o Chat de Confianza, 55 5533 5533, ofrecemos asistencia emocional o jurídica gratis, 24/7, a cualquier parte del país.
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