En su primera carta a los Corintios, el apóstol Pablo emplea la metáfora del “Cuerpo de Cristo” para entender a la comunidad como un cuerpo humano, con muchas partes y todas diferentes, pero indispensables.
“Si dijera la oreja: ‘porque no soy ojo, no soy del cuerpo’, ¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuera oído, ¿dónde estaría el olfato?”, reflexiona.
Del mismo modo, cada integrante de la comunidad tiene un papel único e indispensable para el mejor funcionamiento de la misma. Esa metáfora subraya la interdependencia de las personas, la necesidad de unidad y trabajo colaborativo y coordinado, en respeto pleno a las diferencias y la valía colectiva.
Desde las divergencias se construyen consensos, lo mismo en el cuerpo como en la sociedad, en la comunidad como en la política. La democracia, como sistema político, es la expresión de esa capacidad para reconocer el derecho a disentir, así como la presencia inevitable de mayorías y minorías.
Y aunque no siempre habrá coincidencia, siempre existe la oportunidad de transitar en armonía y respeto en la restauración de la confianza por la disposición comunitaria.
Este domingo el llamado a la ciudadanía no solo es a votar, es también a participar de la construcción de identidad común, el espacio donde convergen las necesidades e intereses sociales sin importar las preferencias políticas. En las urnas y después de las urnas está la ciudadanía.
La restauración de los templos dañados con los sismos de 2017 es demostración de voluntad colectiva que da solidez a uno de los pilares más importantes de la comunidad católica, el sitio en el cual se simboliza la cohesión.
Históricamente, han sido epicentro de la vida comunitaria, no solo como lugar de culto, también como centro social y cultural en torno al cual se celebran festividades religiosas y sociales que refuerzan el sentido de pertenencia y comunidad.
El templo es el lugar sagrado por excelencia, desde el Antiguo Testamento, con el Templo de Jerusalén, hasta las iglesias contemporáneas. Ahí está el encuentro individual con Dios, así como el comunitario que refuerza la noción expresada por Pablo a los Corintios.
A partir del 3 de junio, la ciudadanía tiene la oportunidad de ir hacia el consenso, de restaurar la fe, esperanza y confianza en la comunidad.
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