En punto de las tres de la tarde repicaron en la iglesia de Cerocahui, allá en la Sierra Tarahumara de Chihuahua, donde hace un año sonaron los disparos que cegaron la vida de los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora y del guía de turistas Pedro Palma.
El sonido de las campanas convoca al dolor, la tristeza por la forma como la violencia de esa región alcanzó a quienes promovían la paz y que deja en los pobladores una sensación de indefensión. Si eso le pasó a los sacerdotes, quién puede entonces librarse de la maldad de algunas personas.
Su tañido nos recuerda aquel pasaje de la Meditación XVII de Devotions Upon Emergent Occasions, del poeta John Donne, de 1624, que diera el título a la novela de Ernest Hemingway publicada en 1940: Por quién doblan las campanas:
“La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; y, por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti”.
Este martes 20 doblaron en memoria de las víctimas de un hombre llamado José Noriel Portillo Gil, conocido como El Chueco, a quien encontraron muerto hace tres meses, sin que pudiera ser procesado por sus crímenes.
Pero las campanas también se hicieron sonar para recordar a los 63 sacerdotes que entre 1990 y el año pasado fueron asesinados en el país.
De la tragedia en la Sierra surgieron Las Jornadas de Oración por la Paz, organizadas por la Conferencia del Episcopado Mexicano, la Conferencia de Superiores Mayores Religiosos de México, la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús y la Dimensión Episcopal para los Laicos. Un espacio para fomentar la unión, el bienestar de las otras personas y alejar la maldad.
La ONU reconoció el trabajo de los jesuitas en la Sierra Tarahumara como un referente en la promoción y protección de los derechos humanos que debe desarrollarse en condiciones de seguridad, justicia y paz.
En Cerocahui están presentes en la memoria colectiva, su ausencia duele y es a la vez el recordatorio de que la seguridad es esfuerzo colectivo, con la oración que conduce a relaciones comunitarias armónicas, pero también con acciones en beneficio de la sociedad.
Reportar y denunciar son centrales en este proceso, pues activan los mecanismos de seguridad, visibilizan los problemas y ayudan a abatir la impunidad.
Las campanas doblaron como un llamado a la paz.
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