En tiempos del algoritmo y el scroll infinito sobre la pantalla, el perfil del sacerdote productor de contenido e influencer empieza a crecer como una forma de acercarse a las y los jóvenes.
Juan Pablo II hablaba de la “nueva evangelización”. El Vaticano abrió una cuenta de Twitter con Benedicto XVI, pero fue Francisco quien le dio calor al feed. Ahora, hay quienes creen que en un futuro el Papa podría estar en TikTok.
En paralelo a los templos tradicionales, ha surgido una figura inédita: la del “misionero digital”, hombres y mujeres que han encontrado en las redes sociales un púlpito contemporáneo desde el cual difunden mensajes de fe, esperanza y consuelo. Entre estos nuevos protagonistas destaca el Padre Heriberto García Arias, sacerdote mexicano quien ha logrado una notable presencia en el entorno digital, conquistado las plataformas con carisma, autenticidad y un mensaje profundamente humano.
Ordenado en 2016, hoy tiene 1.9 millones de seguidores en TikTok y 282 mil en Instagram. Durante la pandemia, comenzó a compartir sus homilías en video. Lo que inició como una respuesta pastoral, pronto se convirtió en una poderosa herramienta de evangelización.
García Arias no es un caso aislado, pero sí emblemático. Su éxito radica en su autenticidad, capacidad de conectar con adolescentes y jóvenes a través de contenidos que mezclan reflexión espiritual y elementos de la cultura mexicana, como la charrería. No pretende transformar la cultura digital, sino comprenderla, respetarla y adaptarse a sus códigos para anunciar el mismo mensaje con los medios actuales.
Internet no es un lugar, es una conversación. Este 17 de mayo, cuando se celebra el Día Mundial del Internet, es pertinente preguntarse qué estamos haciendo con él. Algunos venden odio, otros, ilusiones, y hay quienes intentan sembrar sentido en un sitio donde habitan cada vez más personas.
Según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2024 del INEGI, el 83.1 por ciento de la población mayor de 6 años utiliza internet; en 2015 era solo el 57.4 por ciento.
Si antes el cura salía a tocar puertas, el franciscano se adentraba en la selva, el misionero aprendía lenguas ajenas para hablar del Evangelio, ahora comparten con el padre tiktoker el impulso de evangelizar. Como dice la teóloga italiana Giuseppina De Simone: “La red no es solo un lugar de comunicación, es un lugar de vida”. Y donde hay vida, la Iglesia quiere estar.
En el fondo, el scroll puede ser una nueva forma de peregrinación, de la mano de misioneros digitales.
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