Cada 28 de diciembre muchas personas repiten una broma en apariencia inofensiva solo porque es Día de los Inocentes. Ese gesto se ha normalizado como parte del folclor, sin mayor reflexión sobre su origen ni sobre lo revelado respecto de la verdad, la confianza y el cuidado del otro.

Basta observar un dato incómodo para entender que no todas las bromas son iguales. En promedio cada día la línea de emergencias 9-1-1 recibe 7 mil 200 llamadas en falso, entre ellas bromas de niñas y niños e incluso algunos adultos quienes no comprenden la gravedad de levantar un teléfono para “jugar”.

El Día de los Santos Inocentes no nació para celebrar la mentira. Su origen recuerda la matanza ordenada por Herodes, un acto de violencia contra los más vulnerables, quienes no podían defenderse ni comprender lo ocurrido. Con el paso de los siglos, esa memoria se diluyó hasta convertirse en una jornada de engaños permitidos, como si la inocencia fuera sinónimo de credulidad y no de dignidad.
Ese desplazamiento cultural importa porque moldea prácticas cotidianas en apariencia menores, pero con efectos reales. Enseñar a una niña o niño que engañar es gracioso trivializa el riesgo y banaliza la vida.

El 9-1-1 es una infraestructura moral y material sostén de más de nueve millones de personas. Cada llamada falsa ocupa una línea, retrasa una atención real y pone en riesgo a quien sí necesita ayuda. El aprendizaje del uso responsable de los servicios es tan fundamental como aprender a cruzar la calle o a no jugar con fuego.

La familia es el primer espacio donde se aprende qué es una emergencia, cuándo pedir ayuda, a quién acudir y con qué palabras. En ese territorio se transmiten valores que luego se reflejan en la esfera pública. Si madres, padres y personas cuidadoras explican con claridad la función de ese número se está sembrando una ética del cuidado de quienes nos cuidan.

Pero la responsabilidad no termina en el hogar. La política pública acompaña, refuerza y amplifica ese aprendizaje. El Gobierno de la Ciudad de México, bajo la guía de Clara Brugada, ha avanzado en la consolidación de un sistema integral de atención a emergencias que combina tecnología, profesionalización y proximidad social.

El fortalecimiento del C5, la interconexión con cuerpos de seguridad, salud y protección civil, son apuestas por una ciudad donde el auxilio sea rápido, confiable y efectivo. Ese sistema depende, en buena medida, de que la ciudadanía lo use con responsabilidad desde edades tempranas.

El Día de los Inocentes ofrece una oportunidad pedagógica para hablar con niñas y niños sobre el sentido original de la fecha, la fragilidad de la vida y la importancia de cuidar a otras personas.

Salvador Guerrero Chiprés

Coordinador del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5 CDMX).

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