La solidaridad es una virtud expresada en los momentos más difíciles de las personas o comunidades, como los enfrentados ahora en Guerrero, en particular en Acapulco, tras el paso del huracán Otis.

Ante la tragedia, hemos demostrado en diferentes ocasiones ser una ciudadanía resiliente y empática, capaz de sumar esfuerzos y atender la convocatoria de autoridades y organismos civiles para apoyar a las y los damnificados.

El fenómeno natural dejó importantes retos: la reconstrucción y recuperación de las actividades en el estado, donde los municipios más afectados son Acapulco, con un estimado de 780 mil personas; Coyuca de Benítez con 73 mil, Tecpan de Galeana con mil 65 y Atoyac de Álvarez con 60 mil.

Ser solidarios con los demás, especialmente los más necesitados, constituye un deber estricto, forma parte de la contribución a la vida en comunidad.

Tras un desastre natural, las y los afectados están rodeados de destrucción, padecen por sus pérdidas y buscan la manera de reponerse.

Desde las diócesis y parroquias, según informó la Conferencia del Episcopado Mexicano, se brindará acompañamiento espiritual y material. “Somos conscientes del dolor y la angustia que embarga a miles de familias que han perdido sus hogares, bienes y medios de vida en estas zonas de desastre”, mencionó.

Como ciudadanía tenemos la oportunidad de aportar en ese proceso. Hay más de 44 centros de acopio habilitados por dependencias gubernamentales, instituciones educativas, gobiernos estatales y organismos humanitarios.

Entre ellos están el Centro Médico Naval, la Cruz Roja de Polanco, el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria, el Centro Cultural Universitario Tlatelolco.

Hay muchas necesidades, pero podemos ayudar con agua embotellada, alimentos no perecederos —como atún en agua, ensalada de verduras, frutas deshidratadas, galletas integrales—, artículos de higiene personal, productos de limpieza o medicamentos básicos de un botiquín.

En el Consejo Ciudadano de la Ciudad de México, a través de la Línea de Seguridad o Chat de Confianza, 55 5533 5533, ofrecemos apoyo psicológico ante las emociones frente a los desastres naturales. Las más comunes son ansiedad. miedo y angustia.

La fe y las oraciones pueden ser una ayuda para estas situaciones extremas. A Nuestra Señora del Pronto Socorro se recurre para pedirle protección ante huracanes o incendios.

En su sitio web, la Arquidiócesis de Nueva Orleans incluye un rezo: “¡Por la intercesión de Nuestra Señora del Pronto Socorro que no suframos daños a la vida y a la propiedad durante la temporada de huracanes!”.


Más artículos del autor: Sínodo, sendero para la inclusión

Correo:salvadorg@consejociudadanomx.org

Salvador Guerrero Chiprés

Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México.

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Salvador Guerrero Chiprés

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