Norma y Eduardo trabajan la mayor parte del día y la convivencia y cuidado de su hija e hijo ha estado a cargo de la abuela materna. Ambos menores pasan la tarde entre las redes sociales y los videojuegos.
La familia era ajena a los riesgos implícitos en las plataformas digitales hasta el día cuando el pequeño Lalo les habló de un nuevo amigo a quien conoció mientras jugaba. Es simpático y tenemos los mismos gustos, les dijo.
Las alertas se encendieron en el matrimonio.
En México, el uso de internet por parte de niñas, niños y adolescentes es elevado. Según el INEGI, el 70 por ciento de las y los menores de 17 años lo emplean, principalmente para acceder a redes sociales y videojuegos en línea. Durante los periodos vacacionales, el uso de estas plataformas aumenta hasta en 30 por ciento, de acuerdo con estimaciones de la Asociación Mexicana de Internet.
Estas plataformas no solo ofrecen entretenimiento y socialización, también representan riesgos significativos, incluido el peligro de ser víctimas de Trata de Personas. En el Consejo Ciudadano de la CDMX, donde gestionamos la Línea y Chat Nacional Contra la Trata de Personas (LNCTP), 800 5533 000, identificamos desde hace tres años esa situación.
Y este año ha crecido casi 10 puntos. Ese hallazgo lo compartimos esta semana al participar en el encuentro con organismos internacionales “Diálogos Constructivos sobre Trata de Personas 2024”, organizado en Viena por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
Los ciberdelincuentes utilizan esos espacios, con perfiles falsos, para contactar, manipular y explotar a las niñas, niños y adolescentes, quienes representan casi la mitad de las víctimas de Trata. Fingen ser sus amigos y crean vínculos emocionales para hacerlos más susceptibles a la explotación.
Para protegerles es crucial impulsar la ciberprevención, enseñarles los riesgos de compartir, por ejemplo, información personal, así como ser cautelosos con personas que conozcan en línea.
Norma y Eduardo hablaron con sus hijos, configuraron la privacidad de sus dispositivos y redes sociales para limitar quién puede ver su perfil y contactarlos.
Comunicación clara y asertiva fue la base para fomentar un ambiente donde la familia, incluida la abuela materna, se sintió cómoda hablando sobre sus experiencias en línea.
La vida sin internet es difícil de concebir y frente a esa realidad es recomendable impulsar la fortaleza digital.
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