Frente a la Trata de Personas, la mirada comunitaria es oportunidad de vida para las víctimas, y de ello, da ejemplo la historia de Santa Josefina Bakhita, a quien fue rescatada de la esclavitud.

Nacida en Darfur hacia 1869, Bakhita fue secuestrada de niña, vendida varias veces y marcada con escarificaciones, una práctica para señalar a los esclavos. Su cuerpo habló el lenguaje del sufrimiento extremo. Fue hasta 1882 que el diplomático italiano Callixto Legnani la trató con humanidad y la llevó a Italia, cuando obtuvo su libertad.

Eligió entonces cuidar a otras personas quien habían sufrido esclavitud, con una fe capaz de sanar. Su mirada, dicen, ofrecía refugio. Por eso, fue declarada patrona de las víctimas de Trata de Personas. Su vida nos obliga a mirar, a no fingir.

Cada vez que escuchamos que hay más de 21 millones de personas sometidas a trabajo forzoso en el mundo, según la ONU, debemos recordar que son personas atrapadas en un patrón donde se combinan silencio, miedo y desamparo. Niñas y niños desaparecidos, mujeres llegadas de otros países con esperanzas legítimas, quienes terminan sujetas a deudas imposibles, controladas por redes de explotación sexual.

El Quinto Reporte sobre Trata de Personas del Consejo Ciudadano revela que la forma más común es la prostitución ajena y otras formas de explotación sexual, con un 43 por ciento de los casos, seguida por el trabajo o servicios forzados, con 31 por ciento. No es un fenómeno lejano, puede ocurrir frente a nuestros ojos.

Los tratantes encuentran personas vulnerables en contextos que no reaccionan, donde la comunidad observa y no actúa. Por eso, cada señal denunciada puede significar una esperanza para una víctima. La Trata de Personas necesita, además de la disposición y capacidad institucional, una sociedad comprometida con la denuncia.

Este 30 de julio, Día Mundial contra la Trata de Personas, la comunidad de fe está llamada a mirar con atención.

Hay señales, oportunidades de actuar. Niñas, niños o adolescentes que viajan solos en terminales, piden dinero o venden en los cruceros con evidentes signos de maltrato y vigilados. Personas que trabajan en condiciones inhumanas en casas, talleres o campos.

Desde el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5) de la Ciudad de México, la línea 089 permite hacer denuncias anónimas. Está abierta para quien decida actuar.
El ejemplo de Santa Josefina Bakhita puede ser semilla para mirar con valentía.

Más artículos del autor: Arquitectura para la paz

*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

Salvador Guerrero Chiprés

Coordinador del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5 CDMX).

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