Las palabras del Papa Francisco revelan su visión integradora a una tendencia mundial: “La Iglesia no puede ser Iglesia sin la mujer”. Y en los hechos lo ha ratificado.

Su pontificado ha estado marcado por una serie de reformas transformadoras de la estructura del Vaticano, particularmente en lo referente al papel de la mujer dentro de la Iglesia.

Uno de los primeros gestos del Papa fue su llamado a reconocer el papel femenino indispensable. En 2020 nombró por primera vez a una mujer como subsecretaria del Sínodo de los Obispos: la hermana Nathalie Becquart, quien con ese cargo obtuvo el derecho a voto en el sínodo, una prerrogativa hasta entonces reservada a los hombres.

Este 8 de marzo, al conmemorar el Día Internacional de la Mujer, este legado del Papa Francisco —por cuya salud oran millones de fieles en el mundo— es evidencia de cómo la Iglesia no permanece ajena a los cambios sociales y asume un papel activo en la lucha por la igualdad.

Un momento significativo ocurrió en enero de 2021, cuando el Pontífice modificó el Código de Derecho Canónico para permitir a las mujeres acceder formalmente a los ministerios del lectorado y el acolitado, roles exclusivos de los varones. Aunque en la práctica ellas ya desempeñaban estas funciones, su institucionalización representó un reconocimiento oficial y jurídico de su papel dentro de la liturgia.

Ese mismo año nombró a Francesca Di Giovanni como subsecretaria de la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado del Vaticano, la primera mujer en ocupar un puesto de alto nivel en la diplomacia. Y en 2022 integró al Dicasterio para los Obispos a tres religiosas, entre ellas, Raffaella Petrini, quien ya había sido designada como secretaria general de la Gobernación del Vaticano.

El reconocimiento de la mujer en la estructura política y administrativa implica un cambio sustancial en la Iglesia. El Papa abrió una puerta que será difícil de cerrar. Ahora las mujeres no solo tienen presencia, voz y voto. Esta transformación representa un esfuerzo por democratizar la toma de decisiones.

El significado de estos cambios se contextualiza en el movimiento global por la equidad de género. La ONU ha enfatizado que la presencia de mujeres en espacios de poder contribuye a la justicia social y mejora la calidad de las decisiones políticas. En este sentido, Francisco ha alineado a la Iglesia con una tendencia mundial de reconocimiento de la igualdad de derechos.

Francisco ha sido el Papa de las mujeres.

*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

Salvador Guerrero Chiprés

Coordinador del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5 CDMX).

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