Sus huesos son reliquias de gran veneración. No solo representan una conexión física con San Judas Tadeo, también simbolizan la fe, esperanza y enseñanza profunda sobre la importancia de compartir y ayudar al prójimo, especialmente en momentos de necesidad.
A finales de este mes y durante agosto, el hueso de uno de los brazos del Santo de las causas imposibles estará por primera vez en México, en un recorrido por diferentes diócesis. Una oportunidad no solo para demostrarle adoración, también para reflexionar respecto a nuestras acciones hacia otras personas y cómo podemos ayudarles en momentos de necesidad.
A San Judas se recurre para pedir que intercede en situaciones de apremio. Como pago o manda se acostumbra a retribuir a otras personas invitándoles a comer o apoyándoles en la resolución de sus conflictos. Una metáfora poderosa de la generosidad y apoyo mutuo, una manera de conformar cadenas de ayuda.
Crear redes de apoyo es vital, por ejemplo, en la atención temprana de problemas emocionales. Una de cada tres orientaciones psicológicas proporcionadas en el Consejo Ciudadano de la Ciudad de México tiene su origen en un familiar, amistad o vecino de quien la necesita.
Acompañarles, hacerles sentir que no están solas ni solos, así como acercarles herramientas de contención emocional es clave ante situaciones difíciles o, en apariencia, imposibles de solucionar.
En este periodo vacacional que recién comienza hay también oportunidad de mostrar disposición para ayudar a nuestra comunidad. Ante la ausencia por paseo es conveniente conformar grupos de apoyo con personas de confianza para la vigilancia de los hogares y revelar una presencia física disuasiva de la delincuencia.
No es necesario ser beneficiarios de la intercesión de un santo para realizar acciones en favor de nuestra comunidad. La generosidad y bondad se pueden practicar en toda circunstancia.
San Judas Tadeo que ante la desesperación y dificultad podemos convertirnos en agentes de cambio y esperanza para quienes más lo necesitan.
Uno de los milagros más antiguos y conocidos del Santo fue la cura del rey Abgar de Edessa, quien en gesto de gratitud se convirtió al cristianismo y promovió la aceptación y práctica de la fe cristiana en su reino, lo cual incluyó la construcción de iglesias y la difusión de las enseñanzas entre su pueblo.
La llegada a México de su brazo es oportunidad para reivindicar la generosidad y empatía.
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