¿Quieres tirar tu dinero? Vete al cine a ver “El exorcista del papa”. Solamente con ver el tráiler yo sabía que el filme sería una basura y no me equivoqué. Aunque el terror no es un género de películas que me guste ver, quise ver esta cinta con la actuación de Russell Crowe para ofrecerla como penitencia para la remisión de mis pecados y para poder dar una palabra a los católicos que siguen mis publicaciones.
“El exorcista del papa”, aburridísima por cierto, es una grotesca deformación de la figura del padre Gabriele Amorth, fallecido en 2016, y quien fue exorcista para la Diócesis de Roma entre 1986 y el año 2000. La historia presenta al padre Amorth como un sacerdote bonachón, sarcástico e irreverente con autoridades de la Curia Romana, quienes no creen en la existencia del demonio como un ente personal o ángel caído que lleva a cabo su actividad en el mundo.
El papa lo envía a España para realizar un exorcismo a un niño poseído en una vieja abadía. Pero el demonio utilizará al mismo padre Amorth para infiltrarse en el Vaticano y poseer al papa, y el mismo padre Gabriele terminará por ser poseído. Es una historia blasfema y grotesca, de lo más malo que he visto en películas de exorcismos. Se nota que al cine de Hollywood se le ha terminado la creatividad y el ingenio para hacer películas de horror. El exceso de guiones en el cine con temas de exorcismos hace que las películas sean cada vez más chabacanas, burdas, ramplonas.
Además de destrozar la imagen del padre Amorth, Hollywood no podía dejar de embadurnar la película con elementos de corrupción y relaciones carnales dentro del Vaticano. Pero lo peor es que en la película se desfiguran los sacramentos, que son las acciones más sagradas de la Iglesia, particularmente el sacramento de la confesión; y, evidentemente, los sacramentales, de manera particular el exorcismo, al cual presenta como un espectáculo de terror en grado superlativo, mintiendo así sobre lo que es, realmente, un exorcismo.
La película afirma que la historia está basada en hechos reales. ¿De qué libro? ¿Cuál fue el caso? No se menciona. Yo he leído los libros del padre Amorth y nunca se habla de una situación como el del filme. Bien quisieron explotar la fama que tuvo el sacerdote como exorcista para hacer esta basura.
Tuve la gracia de conocer y tratar al padre Gabriele Amorth en tres ocasiones, dos cuando fui seminarista en Roma, entre 1995 y 2000, y una cuando el padre participó como ponente de una conferencia durante un retiro internacional de sacerdotes en Medugorje, al que asistí en 2002. Personalmente lo invité a darnos charlas al Colegio Internacional Maria Mater Ecclesiae y tuve el honor de conversar con él cuando fui a recogerlo y llevarlo a la casa de la Sociedad de San Pablo, donde él vivía. Siempre se mostró sencillo, humilde, accesible y buen conversador. Recuerdo que hablaba maravillas de la Virgen de Guadalupe.
Don Gabriele –el trato de “don” se le da a los sacerdotes en Italia– afirmó haber realizado más de 70 mil exorcismos durante sus años al servicio de la Diócesis de Roma, y fundó, en 1990, la Asociación Internacional de Exorcistas, de la que fue presidente hasta su retiro en el año 2000. El padre tuvo una gran participación en conferencias y medios de comunicación para hablar del exorcismo como un sacramental casi olvidado en la vida de la Iglesia y la necesidad de rescatarlo.
Podemos decir que gracias a su experiencia compartida en los medios, su perseverancia y su recriminación a los obispos y sacerdotes incrédulos de la existencia y actuación del Maligno, hoy cada vez más diócesis nombran exorcistas para atender los casos de acciones extraordinarias del demonio, acciones que han tenido un notable incremento en el pueblo cristiano, debido mayormente a la pérdida de la fe, el aumento de la superstición, la gravedad de los pecados y las prácticas de ocultismo.
Si como católicos queremos conocer mejor al verdadero padre Amorth, leamos algunos de sus 21 libros publicados –algunos en español– entre los que destaca “Narraciones de un exorcista” y “María, la mujer que venció al mal”. Es mejor reservar nuestro dinero para cosas que nos edifiquen y no lo desperdiciemos en películas que dañen la imagen de un sacerdote que sirvió con humildad. Son películas que perjudican a la Iglesia y que sólo sirven para que quienes las tengamos que ver, sólo por el deber de orientar a los fieles, podamos ofrecerlas como purgatorio para la expiación de nuestras faltas.
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