Esmeralda Medina, estudiante de la Maestría en Pensamiento Social Cristiano de la Universidad Católica Lumen Gentium, escribió sobre “El reposo de la tierra, el perdón de las deudas y contra la usura”, conformando el segundo capítulo de la obra colectiva Creación y justicia. Reflexiones bíblicas sobre ecología integral y economías solidarias.
Nos dice que el Levítico recuerda al pueblo de Israel que Dios lo sacó de la esclavitud de Egipto para darle una vida digna en la tierra prometida. Por eso, quien pertenece a este Dios libertador no puede reproducir cadenas de opresión. La usura, entendida como prestar con intereses abusivos a quienes están en necesidad, no solo era injusta, sino incompatible con la santidad de Dios. El mandato es claro: “No tomarás de él interés ni usura… haz que tu hermano pueda vivir junto a ti” (Lv 25,36). La dignidad del otro, incluso del forastero, está por encima del lucro personal.
El Evangelio lleva este mandato aún más lejos. Jesús nos invita a prestar sin esperar nada a cambio y a amar incluso a quienes no pueden retribuirnos. Es una lógica contracultural, que rompe con la idea de que todo se mide en ganancias y pérdidas. Ser santos, como Dios es santo, no significa ser perfectos, sino vivir con compasión, reconociendo que cada hermano y hermana merece vivir con dignidad. En una sociedad donde la deuda puede convertirse en una forma moderna de esclavitud, este llamado es profundamente actual.
El Levítico también nos recuerda que los bienes de la tierra pertenecen a Dios, no a nosotros. La administración de lo que tenemos: nuestro tiempo, nuestros recursos, nuestras posesiones; debe estar orientada al bien común. Esto nos desafía a preguntarnos: ¿estamos ayudando a que otros vivan con dignidad o contribuimos, quizá sin darnos cuenta, a sistemas que los oprimen? En el Reino de Dios, el cuidado mutuo, la inclusión de los más vulnerables y la solidaridad con los “forasteros” no son opcionales, son parte esencial de nuestra vocación.
Así, el mensaje del Levítico y del Evangelio es claro: no puede haber santidad sin justicia, ni justicia sin compasión. Dios nos llama a romper las cadenas que esclavizan, a compartir sin miedo y a construir comunidades donde nadie quede excluido. Cada vez que elegimos ayudar, perdonar una deuda, prestar sin esperar nada a cambio o apoyar a quienes más lo necesitan, colaboramos con el proyecto de Dios de hacer nuevas todas las cosas. Ser santos como Dios es santo empieza con gestos concretos de cuidado y solidaridad.
Esta semana, detente y pregúntate:
Si este tema despertó tu interés y quieres seguir profundizando, te invitamos a que estés atento a la página oficial de IMDOSOC, en donde próximamente podrás descargar de forma gratuita el libro Creación y Justicia: Reflexiones bíblicas sobre ecología integral y economías solidarias que reúne diversas reflexiones que nos ayudan a comprender, desde la luz del Evangelio, cómo el cuidado de la creación y la justicia social están profundamente entrelazados en nuestra vida cristiana.
También puedes pedir informes sobre este material en: libreria@imdosoc.org
Autor: Mtro. David Vilchis, Investigador del Imdosoc
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