La viña es una plantación que demanda mucha atención para producir las mejores uvas y, de éstas, los mejores vinos. Particularmente, el vino es una bebida clave en la tradición judeocristiana, el cual, tomado con moderación, “alegra el corazón del hombre” (Sl, 104, 15) y es un símbolo de consuelo, medicina, abundancia, de plenitud e, incluso, del Espíritu Santo.
Asimismo, la viña representa el trabajo, el sacrificio y el cuidado, así como al Reino de los Cielos y al pueblo de Dios, el cual debe producir los mejores y más finos frutos. De esta forma, “Cuidad la viña del señor” sintetiza una encomienda histórica: la misión que ha tenido la Iglesia de cuidar la fe mientras camina en este mundo. Es una expresión de la fe encarnada. No obstante, a lo largo de los siglos no ha habido consenso sobre la actitud que debe tomar el cristiano ante “el mundo”, el cual ha sido considerado como “enemigo del alma” e incluso se ha llamado a tener una actitud combativa en su contra, en tanto se ha considerado un símbolo de lo profano, lo alejado de Dios, e incluso lo indeseable.
Sin embargo, en la tradición latinoamericana (y misionera), el mundo es un objeto de misión. No cabe retirarse del mundo, sino transformarlo. Esta transformación no necesariamente tiene que acabar en una sociedad cristianizada, sino en una sociedad justa a la luz del Evangelio que permita florecer las semillas del verbo presentes en todo ser humano y en toda cultura.
Con todo ello, la relación del cristiano con el mundo no deja de ser tensa. La conversión de las estructuras de pecado que legitiman y perpetúan la cultura del descarte provocará la enemistad no solo de los poderosos del mundo que se ven privilegiados por las desigualdades imperantes, sino incluso de los propios vecinos y familiares que se sienten a gusto en un sistema injusto, pero cómodo; e incluso de los propios correligionarios que ven en la actuación social una desviación de la fe, en lugar de su núcleo.
“Cuidad la Viña del Señor” es el título de un libro coeditado por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y la Universidad Autónoma de Aguascalientes que da cuenta tanto de la transformación de las identidades católicas, como de diferentes expresiones de la dimensión social de la Iglesia Católica en el mundo contemporáneo. Los diferentes capítulos sugieren que las comunidades religiosas dan forma a las interacciones sociales de los fieles, influyendo así en la configuración de las creencias y las prácticas de las y los creyentes en el espacio público.
En una época donde queda de manifiesto que la religión no se limita a la esfera de lo privado, este libro se suma a la insistencia de repensar el estudio de la religión en su dimensión social para no sobreestimar o subestimar su importancia en el espacio público.
Autor: David Vilchis, coordinador se Investigación en IMDOSOC
*Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.
Ciudades como Los Ángeles o Nueva York han empleado hip hop y rap para reducir…
El feminismo, una corriente filosófica y social que busca la igualdad de derechos y oportunidades…
“Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de…
El 29 de diciembre iniciaremos el Año Jubilar 2025 en las diócesis del mundo, con…
Lo que empezó en los años 20 del siglo pasado como una causa homicida, al…
‘¡Viva Cristo Rey!’ Hagamos nuestra esta frase, no como grito de guerra, sino como expresión…
Esta web usa cookies.