El reciente caso de “La Diabla”, líder de una red de tráfico de bebés acusada de engañar a mujeres embarazadas, a quienes les practicaba cesáreas clandestinas y vender recién nacidos al otro lado de la frontera, ha destapado una herida profunda: la esclavitud moderna tiene rostro de niño y mujer. En algunos casos, si resultaba alguna mujer muerta, se le extraían los órganos para ser comercializados.

“El tráfico de seres humanos es una plaga en el cuerpo de la humanidad contemporánea, una llaga en la carne de Cristo”, nos recordaba el Papa Francisco. Es un drama que también nos recuerda la película Sonido de libertad (2023).

La especialista Paulina Amozurrutia, directora de Unión Mujer, se preguntaba: ¿Cuánto cuesta un niño? No buscaba una respuesta, sino despertar conciencia. “Un hijo tiene derecho a un padre. Un ser humano nunca es un objeto de venta”, recuerda también la periodista Norma Pérez Quiroz.

En el mercado de la trata, esta verdad se desdibuja. Según la ONU, una de cada tres víctimas de trata en el mundo es un niño o una niña. En 2022, las víctimas menores aumentaron 31% y, entre las niñas, un 38%. En México, después del narcotráfico, la trata es el segundo negocio ilegal más rentable.

El 68% de las víctimas son mujeres y niños explotados sexualmente, forzados a mendigar o vendidos para adopciones ilegales y comercio de órganos. La pobreza, la violencia y la desprotección digital alimentan esta tragedia. Muchos niños migrantes o en situación vulnerable son presa fácil de depredadores que operan también en línea: en videojuegos y redes sociales.

Sin embargo, el problema no termina en los criminales. Existe un consumidor oculto: quienes demandan pornografía infantil, compran órganos o “adoptan” sin procesos legales. La trata se sostiene por el deseo de poseer lo que no se ama. Este crimen representa una negación total de la dignidad humana. Quien trafica con un niño trafica con Cristo mismo: “Todo lo que hicieron con uno de estos pequeños, conmigo lo hicieron” (Mt 25,40). El Catecismo (n. 2297) nos recuerda que el secuestro y la tortura deben ser condenados al ser unidos en la misma herida de la trata.

Es necesario:

Educar y prevenir: Hablar con los hijos, enseñarles a identificar peligros y a decir “no” ante peticiones inapropiadas en línea. Una niña debe preferir sentirse segura antes que ser amable.

Formar y acompañar: Reconocer los signos del abuso y saber cómo actuar. Los programas de ambientes seguros son una forma de caridad.

Romper el silencio: Si sospechas de explotación infantil, denuncia.

Curar y reconstruir: Las víctimas necesitan atención psicológica, acompañamiento espiritual y reintegración social. En 2024, la red Talitha Kum apoyó a más de 400,000 mujeres y niñas bajo el lema evangélico: «Niña, levántate» (Mc 5,41).

La trata es la inversión más cruel de los valores: usar personas y amar cosas. Un niño no es un producto ni una fuente de lucro. Es una persona con dignidad infinita, imagen viva de Dios. La dignidad no se vende. Un niño no tiene precio. Un niño tiene dignidad, y esa dignidad es invaluable e innegociable.

Padre Samuel Velásquez Serrano

Sacerdote de la Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico. Actualmente cursa estudios doctorales en la Pontificia Academia Alfonsiana de Roma en teología moral. Es Licenciado en Teología Moral por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y Maestría en Bioética por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma y estudios de investigación en el Edmund D. Pellegrino Center for Clinical Bioethics de Georgetown University en Washington D.C. Graduado de Maestría (MDiv.) en teología por el Centro de Estudios Dominicos del Caribe en Puerto Rico (Bachillerato en teología por la Pontificia Universidad Angelicum de Roma) y Bachillerato en Artes y Humanidades con concentración en filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. Ha desempeñado sus labores pastorales como sacerdote en la Arquidiócesis de San Juan como administrador de la parroquia Santa María de los Ángeles, rector interino del Seminario Mayor Arquidiocesano, profesor de filosofía y ética en la Universidad de Central de Bayamón en Puerto Rico, además de ser profesor de teología moral, ha desarrollado actividades de presentador en diversas conferencias en temas de teología moral, bioética, neuroética, neurociencias, ética de la inteligencia artificial y promoción de espacios seguros y protección de menores y personas vulnerables contra los abusos.

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