Después de 15 años como docente y coordinador en una institución de educación básica regular, he aprendido que la clave para lograr un cambio significativo radica en la colaboración. No se trata solo de enseñar, sino de trabajar en conjunto con toda la comunidad educativa: padres, estudiantes, docentes y personal administrativo. Cada uno tiene un papel crucial en la prevención y la intervención en casos de abuso infantil.
La prevención del abuso sexual infantil en comunidades educativas es especialmente crucial en Latinoamérica, donde un alarmante 17% de las niñas y el 5% de los niños han sido víctimas de abuso sexual, según un estudio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de 2020. Este contexto resalta la necesidad de que las escuelas se conviertan en espacios protectores y proactivos, abordando el abuso no solo en el entorno escolar, sino también en el hogar.
Un enfoque sistémico implica diversas estrategias:
El autor Carlos Loayza Gutiérrez es teólogo y docente
*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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