Quienes somos simples observadores de lo que está sucediendo en el Medio Oriente, no dejamos de condolernos por las terribles noticias que a diario llegan sobre las víctimas de esta guerra; aquellos que lejos del fanatismo, la política y los intereses económicos, viven, o vivían deseando y trabajando por el bienestar de su comunidad, construyendo la paz desde su fe y en el seno de su familia, ajenos a la intolerancia religiosa y al odio entre dos pueblos, que se ha alimentado por generaciones.
Las imágenes y los videos hablan por sí solos; todo es dolor, pérdidas, incertidumbre, caos y miedo, mucho miedo… quizá parecería morboso intentar describir estas escenas, sin embargo, es lo que sucede, es lo que se vive día a día y lo que padecen además del hambre, la escasez de agua, la falta de electricidad y de combustibles, no por tragedias naturales, sino todo provocado para someter y castigar al pueblo “enemigo”.
Pero hablaré de un video que publicó ADN 40 en X (antes Twitter) en el que un doctor intenta tranquilizar a un pequeñito de no más de cinco años, que lleno de tierra y temblando de miedo abre sus enormes ojos como intentando comprender qué es lo que pasó, hasta que rompe en llanto. Él es el rostro de la guerra.
Según datos de la cadena CNN, el Ministerio de Salud palestino en Gaza, informa qué, hasta el día de ayer, el número de víctimas por ataques israelíes ha llegado a más de 5000 personas, entre los cuales 1,119 eran mujeres y 2,055 niños.
Seguramente muchos quisiéramos poder consolar a tantos niños que se han quedado sin padres, sin hogar y sin entender el porqué de lo que está sucediendo y que marcará para siempre su vida y su futuro.
¿Qué podemos hacer? El Papa Francisco nos pide con insistencia unirnos en oración para lograr la paz y que se detenga esta guerra en la que todos pierden:
“La oración es la fuerza suave y santa para oponerse a la fuerza diabólica y del odio, del terrorismo y de la guerra” y nos insiste: “La guerra no resuelve los problemas: tan solo siembra la muerte y la destrucción, aumenta el odio, multiplica la venganza. La guerra suprime el futuro. Exhorto a los creyentes a tomar un solo partido en este conflicto: el de la paz. No simplemente con palabras, sino con oración”.
Esta guerra entre nuestros hermanos palestinos e israelíes que nos parece tan lejana, no puede ser ajena al sentir y al hacer de cada cristiano porque podemos, con penitencia y oración apoyarlos y ayudar para que termine.
Cuando abraces a tus hijos, a tus nietos, a los niños que amas, da gracias a Dios por lo afortunados que son, pero imagina también esos grandes ojos oscuros de un pequeñito que lo ha perdido todo y no entiende el porqué, abrázalo con tu corazón y tu oración, porque el es el verdadero rostro de la guerra.
Más artículo del autor: Unidad por el bien (desdelafe.mx)
*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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