Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: “Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: ‘Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos’”. Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonaran los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y proclamaba: “Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo los he bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo”. (Mc 1,1-8)
La lectura de este II Domingo de Adviento nos presenta a Juan Bautista como precursor inmediato al inicio del ministerio de Nuestro Señor Jesucristo. El tiempo de Adviento abarca aproximadamente cuatro semanas y se divide en dos partes, los días anteriores al 17 de diciembre, que son la primera parte, y del 17 al 24 de diciembre, que forman la segunda parte.
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El cometido de este tiempo es, precisamente, prepararnos para la llegada del Mesías. Ciertamente la fiesta que esperamos es la Navidad, los textos que nos hablan sobre este tema serán usados en los días previos al 24 de diciembre.
En cambio, hay otros dos conjuntos de textos que también tienen que ver con la llegada de Cristo. El domingo pasado, I Domingo de Adviento, leímos la conclusión del discurso de nuestro Señor Jesucristo sobre el fin del mundo (Mc 13). En este discurso, afirma que habrá de venir de nuevo. Son los textos sobre el fin del mundo que también forman parte del Adviento. Pero este domingo, miramos otro grupo de textos que acompañan este tiempo y son aquellos en que el actor principal es Juan Bautista.
Todos los Evangelios concuerdan en la importancia que tuvo la predicación de Juan para preparar la manifestación pública de Nuestro Señor. Su llamado fue penitencial, una preparación a partir de la conversión del corazón para poder estar atentos y no perder la oportunidad de la salvación. De acuerdo con lo que vemos en otros evangelios, la conversión que Juan proponía era dejar de actuar destructivamente, contra los demás y contra la relación con Dios. Jesús en algunos pasajes también afirma que el pueblo era incapaz de aprovechar la oportunidad que se le brindaba porque su mente estaba embotada, no podía comprender cómo Dios le ofrecía la salvación (cfr. Lc 13,34).
Resumiendo: Tenemos tres grupos de textos que nos ayudan al Adviento; los que hablan de la segunda venida de Nuestro Señor al fin del mundo; los que hablan sobre la predicación de Juan Bautista -que preparó la manifestación de Cristo-, y los que hablan del Anuncio del Nacimiento del Señor.
De entre ellos, tanto el ministerio de Juan, como la segunda venida del Señor, se caracterizan por llamarnos insistentemente a la conversión.
No se puede esperar la llegada de Dios a nuestras vidas, si nosotros mismos no nos desinstalamos de nuestra forma de ser y de pensar. Juan Bautista fue el precursor inmediato al ministerio de Jesús.
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