‘Nadie es profeta en su tierra’. Evangelio según Marcos 6,1-6
En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: “¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?” Y estaban desconcertados.
Pero Jesús les dijo: “Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa”. Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos.
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Jesús se lamenta en nuestro pasaje de hoy de la actitud varias veces repetida de rechazar a los profetas, fuera su persona o su mensaje.
El evangelista San Marcos, nos presenta a una población sorprendida por la manera de hablar de Jesús, por las noticias que tenían de que realizaba milagros.
Al parecer, la oposición no surge directamente a la doctrina que predicaba sino al notable cambio de rol que Jesús había operado con respecto a su pasado en Nazaret. Si miramos el mismo relato en el evangelio de San Lucas (Lc 4,14-30) la confrontación llega hasta el intento de tirarlo por la orilla de la elevación en la que estaba construida la ciudad.
Pero no fue el único, ¿qué otros profetas han sido rechazados por sus propios paisanos?
El más conocido por el rechazo y la persecución de los suyos fue el profeta Jeremías. Muy posiblemente era originario de Jerusalén, de clase noble. Desde joven recibió el llamado a la actividad profética. El contenido de su profecía no era grato a sus coetaneos ya que en general Dios le encargó anunciar desgracias como la conquista de Jerusalén, el rechazo a los ídolos y la sumisión a los Babilonios.
A los falsos profetas que anunciaban victorias o pronto retorno de los deportados les contradijo y esto le acarreó ser lanzado a un pozo y estar encarcelado. El profeta reporta las burlas de que era objeto ante los mensajes que trasmitía. El término de los días del profeta Jeremías no son conocidos, su libro concluye con la partida de un grupo de judíos hacia Egipto, a quienes el profeta anuncia que no deberían huir hacia allá.
El profeta Zacarías también era originario o muy vinculado a Jerusalén, muy probablemente era sacerdote. Nuestro Señor Jesucristo en Mt 23,35 menciona que fue asesinado entre el vestíbulo y el altar.
Muchos otros profetas fueron perseguidos por las autoridades del momento fueran reyes o sacerdotes como fue el caso del profeta Amos, el cual fue confrontado por el sumo sacerdote del templo de Betel, llamado Amasías (Am 7,10-17).
Y el profeta Elías, considerado como enemigo del rey Ajaz y perseguido a muerte por su esposa Jezabel (1Re 19,1).
*Monseñor Salvador Martínez es rector de la Basílica de Guadalupe y colaborador de Desde la fe.
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