Cultura Bíblica

¿Las serpientes y los alacranes están relacionados con el demonio? Esto dice la Biblia

Después de que los 72 discípulos enviados con el mensaje evangelizador regresaron de donde Jesús los había enviado, informaron gozosos al Señor que hasta los demonios se les sometían. Jesús respondió: “les he dado poder de pisotear serpientes y alacranes” ¿Qué significa esto? ¿Se identifica a estos animales con el maligno?

Continuamos, dentro del evangelio de San Lucas, caminando con Jesús y sus discípulos hacia Jerusalén. En esta ocasión se nos narra el envío y la vuelta de 72 personas que, por parejas, llevaban el mensaje evangelizador. El envío no es solamente como predicadores, sino también como operadores de signos poderosos como la expulsión de demonios, la sanación de enfermos, etcétera.

Los enviados regresaron muy contentos y lo más importante de su reporte es que hasta los espíritus inmundos se les sometían. Jesús corresponde a su entusiasmo diciendo que ha visto a Satanás caer desde el cielo; además, les aclara que les ha dado poder para pisotear serpientes y alacranes, y los ha hecho inmunes a a las manifestaciones del enemigo.

Pero les aclara que el verdadero valor no radica en la victoria sobre el enemigo sino en ser partícipes del Reino de los cielos. Tanto la experiencia de los enviados como la respuesta de Jesús insisten en la victoria sobre el enemigo, de quien se le llama Satanás, y también se usan otros nombres analógicos como serpientes y alacranes. Ya desde tiempos antiguos, las serpientes y los alacranes son considerados en doble sentido, tanto positivo como negativo. El sentido positivo de la serpiente es su astucia. Jesús recomendó, “sean astutos como la serpiente” (Mt 10,16).

Pero también la serpiente, al menos en el relato de la caída de nuestros primeros padres juega un papel negativo comparable como el demonio ya que ella fue la que tentó a la mujer y al hombre para que cometieran el primer pecado (Gn 3,1).

Los alacranes también son usados en el Apocalipsis para representar poderes negativos que hacen sufrir a una parte de la humanidad. Poder pisar serpientes y alacranes significa tener poder sobre las fuerzas del mal, es cierto. Jesús añade incluso que serán inmunes a cualquier manifestación del maligno. Esta no es una prerrogativa alcanzada por su propia e individual bondad sino porque Dios los cuida y acompaña.

La cosecha es mucha y los trabajadores pocos (Lc 10, 1-12. 17-20)

En aquel tiempo, Jesús designó a otros 72 discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa.

En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’. Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: ‘Hasta el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca’. Yo les digo que en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad”. Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”.

Él les contestó: “Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y alacranes y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les someten. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo”. Palabra del Señor.

Mons. Salvador Martínez

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